Afán recaudatorio, escondidos tras una curva, aparcados en una finca junto a la carretera... Las quejas de muchos conductores, sean o no interceptados por pisar más de la cuenta el acelerador, se repiten desde hace años. Y la respuesta desde la Guardia Civil de Tráfico no ha variado: el radar calma la velocidad y contribuye a reducir los muertos y heridos en los tramos controlados por las patrullas y los coches camuflados. Con el objetivo de que acabe de calar el mensaje de que la velocidad al volante mata y que se debe ajustar a las condiciones de la vía y de la meteorología, Tráfico se ha propuesto hacer visibles los radares. Si ya hace cinco años, la DGT decidió publicar por primera vez en su página web los tramos de riesgo bajo la lupa de los cinemómetros —en la actualidad 131 dispositivos móviles controlan más de 2.700 kilómetros de la red viaria gallega, más del 10% de toda España, según el plan renovado el pasado 9 de noviembre—, ahora se empezarán a aparcar los coches camuflados provistos de radar una vez agoten su vida útil. La idea es que la Guardia Civil de Tráfico sustituya toda su flota de vehículos de distintas marcas y colores con matrículas civiles provistos de aparatos de control de velocidad por patrullas con los radares visibles. En Galicia serán un total de 11 los coches camuflados que en un plazo de dos a tres años dejarán de operar en las carreteras de la comunidad.