El bloqueo de refinerías y depósitos de combustible por el sindicato mayoritario y más potente del país ha obligado al Gobierno francés a tirar de las reservas estratégicas de petróleo. La CGT y buena parte de la población francesa se opone a la reforma laboral del Ejecutivo socialista que preside Manuel Valls. "No queremos paralizar Francia, ese no es el objetivo principal. Tenemos demandas, y queremos ser escuchados. El Gobierno quiere aprobar una ley por la fuerza, como si esto ya no fuera una democracia", dicen los manifestantes.