Con su firma Joe Biden vuelve a dejar clara la prioridad de su mandato. "Las familias están pasando hambre. El desempleo aumenta. Tenemos que actuar", asegura el presidente. Para esa América herida por la pandemia, las clases medias, ha aprobado un paquete social: sube el sueldo a los funcionarios, duplica el salario mínimo, amplía la ayuda de alimentos y la moratoria contra los desahucios. Medidas del ambicioso plan de estímulos por casi dos billones de dólares que tendrá que superar en el Congreso, no sólo las reticencias de los republicanos, sino también las de algunos en sus propias filas. Con el epidemiólogo Anthony Fauci al frente y cien millones de vacunas en cien días, Biden pretende asestar un duro golpe a la COVID. Y sus primeros pasos han sido también para devolver a Estados Unidos a la senda de la cordura: regreso al Acuerdo de París y hacer las paces con la Organización Mundial de la Salud. En política internacional el mandatario juega con la ventaja: porque por su trayectoria como vicepresidente de Obama ya conoce a la mayoría de los líderes. No obstante, ha dejado en manos del Departamento de Estado organizar los contactos. Hace cuatro años Donald Trump prefirió responder sin filtros a todo el que llamó a su teléfono.