Lo que comenzó como una protesta por la subida del precio del carburante se ha convertido en una auténtica revuelta. De la noche a la mañana miles personas han unido sus voces para mostrar su disconformidad con el Gobierno. Han quemado coches, asaltado edificios gubernamentales y hasta han tomado el control del aeropuerto más importante del país. Las fuerzas militares no han dudado en abrir fuego y decenas de civiles han perdido la vida. Declarado el estado de emergencia el Gobierno ha dimitido, y mientras tanto el Kremlin ha enviado refuerzos militares, porque Kazajistán es una nación aliada que Rusia no puede perder.