Las sirenas de la comitiva de vehículos anunciaban la llegada a Ribadeo de una personalidad muy importante. Era agosto de 2014 y en el coche iba el Pequeño Nicolás. Días antes, haciéndose pasar por un enlace entre el Gobierno y la Casa Real, avisó a las autoridades y quedó con un empresario en este restaurante prometiendo que iría el rey. Solo acudió el joven que estaba en todos los círculos políticos y empresariales, pero su engaño adquirió tales dimensiones que le hizo el saltar a la fama y ahora también le pone a las puertas de la cárcel. Porque la Audiencia de Madrid le ha condenado a tres años de prisión por usurpación de funciones públicas y cohecho. Durante el juicio, dijo que quería sentirse poderoso y que quería tirarse el pisto. La Fiscalía pedía siete años de prisión, pero los jueces le han aplicado el atenuante psíquico. Consideran que padece un trastorno de la personalidad con características narcisistas. Aunque recurrirá al Tribunal Supremo, esta condena se suma a la de un año y nueve meses por falsificar un DNI para el examen de Selectividad. Y todavía le quedan dos causas más pendientes.