Anoche, la Luna sobre nuestras cabezas se ensombreció durante 52 minutos. Tiempo mágico para los cazadores de eclipses. Tiempo de mirar al cielo. No todo el planeta disfrutó de la misma vista. Los afortunados fueron los espectadores de Asia y Oceanía que contemplaron en vivo y en directo cómo la sombra de la Tierra cubría a nuestro satélite en un fenómeno que atrae a miles de personas en todo el mundo y que desde la primera edad del hombre ha sido objeto de reverencia.