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Cartas de los lectores

Único ganador, solo él

Sea cual sea la disciplina elegida para potenciar aquello que nos destaca de entre lo común por nuestra virtud innata, quizás apartándonos de la mediocridad de la multitarea al centrarnos en un objetivo conciso y definido, siempre alberga la necesidad de elegir con sumo detalle esos referentes en los que con mejor o peor suerte, trataremos el día de mañana en paralela similitud vernos reflejados. El póster del ídolo musical que vigila guitarra al hombro desde la pared del cuarto adolescente, el tenista del revés imposible con rostro concentrado, o cualquier otra persona destinada con su éxito profesional a la motivación del niño que se inicia en la difícil y larga travesía hasta el sueño cumplido de su propia realización, no ha de dejar para el mismo lugar a dudas de que esa lejana meta, merece todas y cada una de las horas de esfuerzo que ha de dedicarle a su laboriosa ambición.

Pero en el ámbito deportivo, ¿Cómo explicarle a una hija que su triunfo individual va a depender de su elección? ¿Qué dependiendo de uno u otro deporte le será casi imposible llegar a la élite? Valga como ejemplo el baloncesto femenino, donde tras alcanzar la profesionalidad muchas se ven fuera cuando toman la decisión de ser madres. ¿Condiciona entonces ser hombre o mujer? La respuesta se plasma por si sola.

Y es que avanzado este siglo XXI en el que no conseguimos erradicar la diferenciación salarial por sexos o la restricción de oportunidades laborales coaccionadas por ese machismo que parece abarcar absolutamente todos los estamentos de la sociedad, cuesta volver a encontrar una explicación que ofrecerles a nuestras hijas cuando terminada la carrera de fórmula uno o la etapa de ciclismo, llegado el momento del laureado podio, son dos mujeres las que entregan el trofeo y besan en sendas mejillas al ganador. ¿Es ese el mensaje que se trata de transmitir? ¿El papel que les queda a las féminas por desempeñar? Bien pudieran los pilotos de motos, aguantarse la sombrilla ellos mismos en la línea de salida.

Tras largo debate en Australia ya se ha erradicado, quien sabe si por su antípoda situación geográfica, respetando el derecho al trabajo que toda persona posee y a la vez, ofreciendo otras soluciones más allá de la igualdad por compensación con la puesta en escena de azafatos. Algunas tradiciones han de ir quedando atrás, para que en un futuro más cercano que remoto el único ganador, no sea siempre solo él.

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