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Tristán UlloaActor. Protagoniza la obra ‘True West’, hoy y mañana en el teatro Rosalía de Castro

“Ver las cosas desde un punto de vista que no es el tuyo es una forma de crecer”

“Me encanta trabajar con buenos actores, en ningún momento me siento amenazado. Todo lo contrario. Me estimula muchísimo”

“Ver las cosas desde un punto de vista que no es el tuyo es una forma de crecer”

Tristán Ulloa es Lee en la obra True West, la historia que retrata la rivalidad entre dos hermanos que representan la naturaleza conflictiva del ser humano. Está disfrutando del proyecto, de leer a Sam Shepard, autor del texto, y de salir de gira en estos tiempos difíciles. Hoy y mañana actúa en el teatro Rosalía de Castro de A Coruña, que inicia su Ciclo principal.

¿Cómo es el conflicto entre los dos protagonistas?

Es una rivalidad entre dos hermanos muy torpes comunicándose, que, incluso, tienen una forma muy torpe de quererse. Uno es un guionista y el otro es un bala perdida. Se encuentran en la casa de la madre de ambos, a las afueras de Los Ángeles, donde el guionista está escribiendo un guion. Es un momento en el que se van a decir muchas cosas, muchas verdades, muchas cosas pendientes. Al mismo tiempo, hay un juego de espejos, de qué tiene el otro, qué es el otro que yo no soy y qué anhelo de él. Hay un deseo de ser el otro, tanto por un lado como por el otro. Uno por la libertad que aparentemente destila y otro por pertenecer a una sociedad o un sistema en el que se enmarca el sueño americano.

¿Dentro del conflicto siempre hay envidia?

Por supuesto. Hay envidias y, sobre todo, cosas del pasado mal dirigidas. Y estas cosas que pasan con los hermanos siempre, hasta en las mejores familias, como los “¿por qué tú hiciste aquello y yo no? ¿por qué tu tienes y yo no tengo?”. Hay momentos en los que uno se siente por encima del otro y, más tarde, es el otro el que se siente por encima del uno. Está bien, para mí son dos caras de la misma moneda. Pero hay un punto en el que podrían ser perfectamente la misma persona que está discutiendo consigo misma. La eterna dualidad del ser humano, por un lado el sentirse seguro con la vida que uno tiene y por otro sentirse libre por la vida que uno anhela.

Sam Shepard escribió la obra en 1980, pero lo que me cuenta parece un tema muy actual.

Eso es lo bueno de los grandes. Es un tema que no caduca, ni en el tiempo ni en el espacio. Aunque esté marcado en Estados Unidos, es algo que se reconoce perfectamente en cualquier lugar. La obra ha sido representada en todo el mundo prácticamente. He visto versiones hechas en Corea del Sur. En Estados Unidos se ha representado muchísimas veces. Uno de los últimos montajes ha sido con Ethan Hawke y Paul Dano, pero también la han interpretado Philip Seymour Hoffman y John Malkovich. Estoy teniendo ocasión ahora de leer bastante a Sam Shepard, lo pasé muy por encima en la escuela con tanto autor que estudiar. Es un tipo muy divertido, con un humor muy ácido, muy oscuro, pero también tremendamente espiritual. Habla mucho de lo que es el hombre en su entorno urbano y salvaje. Hay algo que tiene mucho de existencialista. Esa parte me gusta mucho. Es un culo de mal asiento. Y no es un autor fácil. Uno piensa que va a ver una obra y a mitad de función eso se va a otro tono. Te está colando una que no esperabas.

¿La obra camina entre el drama y la comedia?

Sí, como es la vida. ¿La vida qué es, una comedia o un drama? Hay momentos en los que uno se siente más dramático y otros más cómico. Eso es lo que pasa en las obras de Shepard, sin ser un tipo que maneje el costumbrismo especialmente. Luego tiene momentos de realismo mágico tremendo. Es un poeta. Utiliza lenguajes muy reconocibles, al servicio, al mismo tiempo, de una historia con tintes muy poéticos y con un realismo mágico que es más propio de los países latinoamericanos.

Los dos personajes están muy marcados por su padre, que no es muy buen ejemplo. ¿Los padres condicionan el comportamiento de los hijos?

Sí. De hecho, el padre está muy presente durante toda la función. Uno de los hijos tiene una tremenda empatía y afinidad con el padre. Tiene toda la pinta de terminar como él. Incluso se ve en él para mal. Le quiere ayudar porque es una forma de ayudarse a sí mismo. El otro hermano no perdona y no entiende por qué tiene el padre que tiene. Creo que esa dualidad la tenemos todos en algún momento. Hay instantes en que matas a tu padre psicológicamente y otros en que le perdonas, le quieres y le recuperas. Esta figura del padre es muy importante en la obra y habla mucho de Shepard.

¿Cómo es trabajar con Pablo Derqui?

Es fácil. Aparte de ser un actor extraordinario, es un tipo fantástico, es un gran amigo de hace años. Lo quiero mucho. Tuvimos el empeño de hacer esta obra juntos con Montse Tixé [directora]. Una pedazo de obra con un pedazo de actor, que además es amigo, ¿qué más puedo pedir? Nos entendemos muy bien y respetamos mucho el espacio del otro. Nos interesa mucho que el otro esté bien porque que esté bien el de enfrente ayuda mucho. Me encanta trabajar con buenos actores, en ningún momento me siento amenazado. Todo lo contrario. Me estimula muchísimo.

No se llevan las discusiones fuera del escenario.

Para nada. Desconectamos siempre. Los personajes se quedan en el camerino y nos vamos a cenar. Al final, la obra es un buen pretexto para salir de gira gastronómica.

¿Pero suele discutir?

Depende con quién o de qué. Normalmente intento no engancharme con historias absurdas. Depende, pero no más de lo imprescindible. Está bien discutir, no es algo negativo. Intercambiar ideas siempre es bueno y ver las cosas desde un punto de vista que no es el tuyo es una forma de crecer.

True West abre la nueva temporada del teatro Rosalía de Castro. ¿Espera que esta sí sea la vuelta a la normalidad?

Ojalá. Estoy deseándolo. Voy a hablar de lo que conozco, que es nuestro oficio. Sufrimos mucho. Hemos sido de los primeros en parar y de los últimos en incorporarnos. Muchas producciones han caído. Poco a poco vamos retomando, pero siempre estamos pendientes del PCR, la mascarilla... A la que haya un positivo, se nos va a la mierda el positivo. Habrá que seguir cuidándose hasta que se normalice todo esto.

Usted se contagió en marzo de 2020 y compartió su experiencia.

En aquella época, al principio de todo, no teníamos mucha información. Fue un momento muy complicado. Lo pasé mal, igual que mucha otra gente. Hay que tener siempre muy presente quién ha estado dando el callo y quién no. Y sobre todo, tener memoria colectiva, qué representan para nosotros ciertos servicios sociales como la sanidad pública. Es imprescindible. En Madrid nos dimos cuenta de las carencias que hay y hasta qué punto se especula con la sanidad en esta comunidad. Está siendo una prueba de fuego.

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