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Lucía Veiga, en la calle Ángel Senra, en su barrio, Os Mallos. | // VÍCTOR ECHAVE

Lucía Veiga: “Podré proclamar hasta que me muera que nunca es tarde para nada”

“Con mi papel en ‘Rapa’, mi propia madre me decía: ‘Me olvidaba de que eras tú’. | “Cuando me despidieron, con 37 años, decidí dejar que fueran pasando cosas”

Lucía Veiga sonríe con los ojos. Razones no le faltan. Su papel de Norma en la serie Rapa le ha valido una nominación a los premios Feroz en el que ha sido su primer gran rol dramático. Paralelamente, ejerce de presentadora principal en el programa Malicia Noticias. Por el momento no se ha movido de su barrio, Os Mallos, distrito por el que siente gran apego. Veiga, a quien su gran oportunidad le llegó con 42 años, saborea el momento con la serenidad de quien sabe que todo puede cambiar de un día para otro. En su caso, ha sido a mejor.

En los Premios Feroz, a los que estuvo nominada por su papel de Norma en Rapa, se generó un estado de opinión: todo el mundo quería que se lo llevase Lucía Veiga.

Sí, lo que pasa es que al final la gente que habla contigo es la gente que te quiere. Por redes también, sí. Es verdad que yo estaba entre Coira y Patricia, por el tipo de personaje que es. Son premios que al final dan críticos y especialistas. Yo no tenía ni discurso preparado.

¿Y qué iba a hacer?

Sabía que no me lo iban a dar. No tocaba.

Tiene los pies en la tierra.

Sí, sí. Es lo que se dice siempre, pero el hecho de estar nominada en esas categorías, ya es un premio en si. Mi amiga Marité y yo que es como mi socia-hermana-amiga, íbamos a ver cómo eran esos saraos. De hecho estábamos hasta fuera de lugar, mirábamos todo con la boca abierta.

Usted no es ninguna novata, aún así. Viene de una trayectoria todoterreno.

Bueno, soy muy novata. Empecé a trabajar en esto en el 2018, que son cinco años. Había hecho improvisación, casi ni siquiera teatro. Baile, toda la vida, en Xacarandaina. Tablas tengo, aunque sea haciendo otra cosa; y la improvisación es verdad que te entrena para lo desconocido y para la toma de decisiones en situaciones de estrés.

La suya es una trayectoria inusual. Ha hecho de todo: estudió Filología, dio clases, trabajó en tiendas de telefonía... ¿le da eso más valor a lo que ha conseguido?

Yo estudié Filología porque mi vocación era ser profesora de Latín. Ya la vida me fue llevando a Hispánicas, luego dije: para opositar no tengo yo carácter, aunque sea muy constante, luego atención al público, trabajé también en una empresa de animación, que tiene una parte muy creativa, escribía guiones, desarrollaba eventos, cuentos para niños, para adultos, pero todo era así como tangencial, pasaba de refilón. Nunca abrí los ojos a decir: soy actriz, o soy esto otro. Cuando en el 2016 me despidieron, fue un poco la crisis existencial de qué quiero hacer de mi vida: tengo 37 años, tampoco es el final de mi vida, pero no tengo ni idea de qué hacer. Dejé que fueran pasando cosas. Cuando tienes el colchón de tener un tiempo de paro, dices: voy a pensar. Paramos máquinas y pensamos. Todo esto es un regalo.

Su gran oportunidad le llegó a los 42 años. ¿Nunca es tarde para replantearse lo que uno está haciendo y empezar de cero?

Podré proclamar hasta que me muera que nunca es tarde para nada. De hecho, yo sé que mis padres lo pasaron mal en el momento ese de: te despiden y...¿qué vas a hacer? Me lo voy a pensar. Con una edad además en la que yo entiendo que unos padres se preocupan, claro. Con casi 40, la nini.

¿Sigue habiendo cierto miedo en la sociedad a tomarse un tiempo para una misma?

Muchísimo. Dicen que con 18 o 19 deberíamos todos tomarnos un año, y no entrar directamente a una carrera, un año de viajar, no de estar de botellón, sino de vivir, vivir sin estrés.

Usted lo tuvo a los 37.

Sí, y eso que tenía cierto estrés de decir: esto es un tiempo limitado. Algo tiene que pasar.

A usted se la había visto siempre en registros cómicos, haciendo humor. De repente llega Rapa, con ese papel dramático, oscuro. Completamente irreconocible. ¿Cómo es la intrahistoria de ese papel?

Yo había hecho un par de convocatorias de figuración especial casi, en Serramoura, en A Estiba, en El desorden que dejas, tenía alguna escena. Son cosas simbólicas, que no se puede decir que sean drama. Claro, tienes un representante que va presentando tu perfil a las distintas cosas que salen. Fui a hacer un casting, como todo el mundo, que no he hecho tantos tampoco. Fui con la tranquilidad de “no creo que me cojan”.

Como con los premios Feroz, el “no creo que pase”.

Te lo juro. El no ya lo tengo. Sabía de compañeras que estaban haciendo el casting, y claro, entre la experiencia que tienen, el perfil y tal... Me puse nerviosa cuando me llamaron para repetir la prueba. Se lo agradeceré toda la vida a la directora de casting, que fue la que insistió y dijo: tenéis que ver esto. Por lo que me han contado, tenían bastante claro quién iba a hacer ese papel, e hicieron igual las pruebas de casting, y entonces aparecí yo. Cuando me vieron, parece ser que dijeron: Es Norma. Es la suerte de que haya un papel en el que encajas.

[En el medio de la conversación, la paran dos vecinos del barrio, para preguntarle si hoy sale en la tele y para darle la enhorabuena] ¿Le pasa mucho esto?

Claro, es que es mi calle. Yo di clases particulares ahí, en la academia de Mar (señala). Como quería ser profesora, te sacas unas pelas de clases particulares, lo típico. Del barrio, de toda la vida.

Sigue muy apegada a Os Mallos. Recientemente, participó en un sketch de la asociación Guerrilla de Os Mallos en el que la hacían alcaldesa.

Ay, qué risa por favor. Son geniales. Se le ocurrió a Dani Rocha, de Os Graneles. Al final, yo estoy convencida de que tienes que distribuir tu tiempo entre las cosas que te dan dinero para vivir, las que debes hacer por agradecimiento, por compromiso e incluso para sembrar una relación futura, y luego las que haces por placer, que vas gratis y punto porque te encanta. La Guerrilla de Os Mallos es de las últimas. .

¿Cómo ve el barrio?

Lo ves desde el cristal en el que te encuentras. Dentro de Os Mallos hay distintas zonas. La peatonal, la plaza de Monforte, son zonas muy tranquilas, tienen una media de edad de gente mayor, que ha vivido aquí siempre, o los hijos, como es mi caso, de los que han vivido aquí siempre. Tiene ese tufillo de barrio, que todo el mundo se conoce. Yo me siento segura y estoy muy a gusto. Es verdad que, como en cualquier otra zona de la ciudad, puede haber espacios donde haya más inseguridad, pero creo que no tanto como se ha llegado a sacar en medios, y tampoco mucho más que otras zonas de la ciudad. Yo, a muerte con Os Mallos.

Habla de los trabajos que hace por dinero y otros por realización personal. ¿En cuál encuadra el papel de Norma?

Norma es casi un prota. En los Mestre Mateo me incluyen en la categoría de protagonista. Es como un antagonista. Tiene un poco de todo, pero especialmente de placer. Cuando me dijeron el papel es tuyo, no escuché ni las condiciones. Me daba igual. Evidentemente, son tres meses de trabajo que económicamente también se nota, y no deja de ser un puente para conocer a otra gente. Me hizo muchísima ilusión que gente del mundo audiovisual consiguiesen mi teléfono sin conocerme de nada para decirme que les gustaba mi trabajo, por ese matiz de ser una chica de cuarenta y pico, que no es tampoco estándar físicamente, que tiene este papel, y que les gustó.

Cuando les comentó a sus amigos que había hecho un papel dramático, le dijeron que no la iban a creer. A posteriori, ¿Cómo se ha visto, y, sobre todo, cómo la han visto?

A mí me cuesta verme, porque estoy acostumbrada a hacer comedia, y en comedia es todo grande, el gesto es grande, la manera en la que te expresas es distinto. Hay momentos en los que puedo decir que sí, que me gusta, que me abstraigo y veo que el conjunto de la escena ha quedado bien. Me quedo con la opinión de los cercanos. Mi madre me decía: “Me olvidaba de que eras tú”. Eso es muy fuerte. Tengo amigos que lo están acabando de ver que tardaron porque les daban miedo verlo, y solo verme a mí y no disfrutar de la serie y del personaje. Ahora me dicen que flipan.

Es además la presentadora principal de Malicia Noticias. Vaya desdoble de personalidad.

Claro, te explota la cabeza. Son claves muy distintas. Una de las ventajas de esta profesión es que no te aburres. Es imposible que haya una rutina. El Malicia podría llegar a ser una rutina, porque es diario, pero poder hacer cosas distintas en registros muy distintos es estupendo. Lo malo de esta profesión es que nunca sabes cuándo se acaba la ola. Lo bueno de haber llegado tarde? Que sé que cuando se acabe, si hay un bajón o dejo de currar, y nunca más, pues haré otra cosa. No tengo la presión de decir: se va a hundir mi vida y mi carrera. Es una parte de mi vida.

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