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Draghi se encara con Berlín y justifica que el BCE auxilie a España e Italia

El presidente del Eurobanco defiende la legalidad de las compras de deuda en el mercado secundario a corto plazo, aunque exigirían imponer nuevas condiciones para los dos países

Draghi se encara con Berlín y justifica que el BCE auxilie a España e Italia

El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, dio ayer algunas pistas sobre cómo planea intervenir la institución en defensa de España e Italia, los países del euro más hostigados por los prestamistas: comprando bonos de deuda con vencimientos a corto plazo en el llamado mercado secundario. En una comparecencia a puerta cerrada en el Parlamento europeo, el italiano Draghi defendió la legalidad de ese procedimiento, desmarcándose de las presiones y las resistencias del Banco Central germano (Bundesbank) y del Gobierno de Berlín. Ayer, dos ministros de Angela Merkel volvieron a cuestionar una intervención del Eurobanco.

El Consejo de Gobierno del BCE se reúne el jueves y allí se debatirán los detalles del nuevo programa de compra de deuda. Todo indica que habrá división en el seno de la institución responsable de la política monetaria europea.

Pese al principio de independencia que protege al BCE, Draghi ha sido colocado entre dos fuegos. De una parte, los gobiernos de España e Italia, que llevan meses demandando una intervención (compra de deuda) para frenar la escalada de las primas de riesgo y moderar con ello los costes de financiación de ambos países. De otra, la oposición de Alemania a un procedimiento que, según el Gobierno de Merkel, puede alentar riesgos inflacionarios y también colisionar con el estatuto del BCE, con la prohibición expresa de convertirse en financiador ("prestamista de último recurso") de los estados. Puertas adentro del Consejo del BCE, el plan de Draghi tiene enfrente al Bundesbank y a su presidente, Jens Weidmann.

El presidente el Eurobanco maniobró a principios de agosto para moverse entre las dos corrientes de presión: dijo que el BCE estaba dispuesto a intervenir, pero que España e Italia debían solicitarlo formalmente, mediante un procedimiento que implica en contrapartida condiciones para los países (más ajustes o una vigilancia estrecha de Europa sobre los que ya están en marcha).

El siguiente paso de Draghi es buscar una fórmula que pueda sortear las objeciones legales del Bundesbank. A puerta cerrada, el banquero italiano defendió ayer ante los europarlamentarios que está dentro de la ley que el BCE intervenga en el mercado secundario -donde los inversores comercian entre sí con los títulos de deuda que los estados colocan en el mercado primario- comprando bonos con vencimientos cortos, de hasta tres años.

Según indicó a Efe el eurodiputado socialista español Enrique Guerrero, así como los conservadores Markus Ferber (Alemania) y Mario Mauro (Italia), Draghi expuso que comprar bonos inmaduros, de corta duración, de uno o dos años, "no contradice el mandato que tiene el BCE", pero, en cambio, si comprara bonos a largo plazo o en el mercado primario, entonces entraría "en contradicción con la prohibición de financiar a los estados".

Draghi defendió, como el 2 de agosto, que la adquisición de deuda por el BCE esté sujeta a "estricta condicionalidad", esto es, a una petición formal de los países y a la firma de un memorándum que puede implicar la obligación de hacer más recortes y reformas. Es la principal diferencia entre la compra de bonos que propugna Draghi y la que tuvo lugar en la época de Jean-Claude Trichet al frente del BCE. Este último programa provocó en 2011 el rechazo de Alemania e incluso la dimisión del entonces presidente del Bundesbank, Axel Weber.

Alemania volvió a mostrar ayer sus reservas ante la intervención que prepara el BCE. Los dos ministros económicos de Merkel mostraron su sintonía con el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, quien incluso habría amenazado con dimitir, según algunos medios de comunicación, si este jueves el Consejo de Gobierno del BCE da luz verde a la operación.

El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, advirtió de que la deuda de los Estados "no puede ser financiada con política monetaria". Al tiempo pidió que no se presione más al BCE.

El titular germano de Economía, Philipp Rösler, insistió en que la compra de deuda "no puede ser una solución duradera porque alimenta los peligros de inflación". Lo dijo en alusión a las tensiones que para la estabilidad de los precios (mandato primigenio del Eurobanco) podría provocar la compra de deuda en la medida en que supone poner más dinero en circulación, ampliar la base monetaria.

Desde España, el ministro de Economía español, Luis de Guindos, quiso defender la independencia del BCE y mostrar que comparte con el Gobierno alemán la idea de que nada puede sustituir los esfuerzos por reducir el déficit en la lucha contra la crisis. De Guindos, en una entrevista que publicará hoy el diario alemán Handelsblatt, no descartó la posibilidad de solicitar ayuda a los fondos de rescate, pero dijo que primero se deben aclarar las condiciones que implicaría dar ese paso.

La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, aseguró que al BCE le "corresponde trabajar" para que la moneda única "lo sea de verdad" y ha pedido a la institución que sea "muy consciente" de que los problemas por los que atraviesan muchos estados son consecuencia "de la incertidumbre".

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