Medidas concertadas de una estrategia nacionalista
La rebaja fiscal, los aranceles, las escaramuzas cambiarias y la guerra comercial en ciernes causarán daños dentro y fuera de Estados Unidos
La contundente operación de rebaja fiscal liderada por Donald Trump (su primer logro político, incluso contra sectores de su partido, al cabo de un año de ejercicio presidencial) y la aprobación este jueves de los aranceles al acero y aluminio de importación (tras un ensayo previo con los paneles solares, las lavadoras y las aceitunas negras españolas) son medidas concertadas en una estrategia única de nacionalismo económico. Están tan íntimamente entrelazadas que el pasado jueves, rodeado por obreros y directivos de la siderurgia y de dos altos cargos de su Administración (el vicepresidente, Michael Pence, y el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin), y tras firmar la orden ejecutiva de los gravámenes, Trump emplazó al empresariado internacional: "Si no quieren pagar aranceles, traigan sus fábricas. Aquí no se pagan impuestos".
La reducción tributaria de Trump beneficia más a las rentas altas que a las bajas y medias, y cuando la globalización daña la distribución (el reparto de riqueza entre salarios y beneficios) en detrimento de las rentas del trabajo, y además las rebajas fiscales y los recortes presupuestarios contravienen la redistribución (la reparación de la desigualdad mediante el gasto social y la progresividad impositiva), a las clases populares sólo se les deja la opción de depositar su esperanza de mejora en el populismo, los extremismos, la antiglobalización y el proteccionismo. Y de este clima de descontento social tras la gran crisis del siglo XXI nació el apoyo obrerista en las desarboladas zonas industriales, como el llamado cinturón de óxido, al magnate inmobiliario y heterodoxo candidato republicano.
La rebaja fiscal agudizará algunos de los desequilibrios que fomentan el creciente déficit externo por cuenta corriente de la economía estadounidense y además grava a algunas universidades mientras hay recortes de gasto en capítulos destinados a la innovación, la investigación y desarrollo, todo lo cual contribuirá a restar capacidad competitiva a la economía del país a medio y largo plazo y a justificar más proteccionismo en el futuro.
Aun con la promesa de que la prosperidad descenderá hacia las capas populares y la clase media por el efecto del goteo, en la medida en que la reforma impositiva aumente la desigualdad (el 80% de los recortes de impuestos beneficiarán al 1% más rico de la población), la cantera de futuras demandas proteccionistas parece garantizada. Y más si, como se teme, contribuye a impulsar más la inflación que el PIB, que ya está en una etapa muy avanzada de progresión. Y la inflación a quien más golpea es a las clases modestas.
La reforma encona la competencia tributaria entre países y exportará la erosión de las bases fiscales a otras economías.
Temas
Más en Economía
-
La sevillana Insur cierra el primer trimestre con un alza en su cifra de negocio de un 121%, hasta los 36 millones de euros
-
La fusión de BBVA y Sabadell pone en alerta a la Generalitat Valenciana y los empresarios
-
Las previsiones de la economía alemana se tiznan de rojo mientras España va bien
-
Puig debuta en bolsa con la obligación de crecer a doble dígito y ofrecer un dividendo atractivo