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Un país con cuentas que ajustar con Rusia

Polonia, un país que parece tener cuentas que ajustar con Rusia, apuesta claramente por convertirse en el principal aliado militar de Estados Unidos en Europa.

En palabras de su primer ministro, Mateusz Morawiecki, Polonia aspira a contar cuanto antes con el mayor ejército de tierra del Viejo Continente.

Para entusiasmo de Washington, que quisiera ver cundir el ejemplo entre sus aliados, el Gobierno de Varsovia dedica ya a gastos militares un 4 por ciento de su PIB, el doble del mínimo que quiere la OTAN.

En su visita de esta semana a Washington, Morawiecki, se ufanó de haber doblado en sólo dos años el dinero que dedica su país a defensa e incluso de haberlo triplicado desde que su partido Ley y Justicia llegó al Gobierno en 2015.

Un partido de derechas, por no decir de extrema derecha, e ideología ultracatólica que defiende la pena de muerte, se opone a la eutanasia, al matrimonio homosexual y al que la Comisión Europea ha demandado ante la justicia por anteponer el derecho nacional a los tratados comunitarios.

Eso parece que no importa ya tanto como antes en Bruselas porque, a diferencia del gobierno también ultraderechista de Hungría, Polonia apoya plenamente las sanciones contra Rusia y el rearme continuado de Ucrania frente al invasor ruso.

Según fuentes de su ministerio de Defensa, el Gobierno polaco proyecta doblar hasta 250.000 los militares de sus Fuerzas Armadas, a los que se suman otros 100.000 miembros de la Defensa Territorial.

En la capital norteamericana, Morawiecki garantizó a sus interlocutores que podrán contar siempre con la amistad de Polonia y que ambos países son los “dos polos del orden de seguridad occidental”.

El primer ministro presumió de que Polonia lidera la “nueva Europa”, que en contraposición con la que el ex jefe del Pentágono Donald Rumsfeld llamó en su día despectivamente “vieja Europa” sabe lo que significa el “comunismo ruso” y no se hace por tanto ilusiones sobre la posibilidad de colaborar con Moscú.

El gobierno polaco, al igual que los de las repúblicas bálticas y otros países del Este de Europa, se sitúa así en las antípodas de la visión expresada últimamente por el presidente francés, Emmanuel Macron, según el cual los europeos deberían abandonar el “seguidismo” de EEUU y tener voz propia en los asuntos del mundo.

Polonia parece contar con que las tensiones con Rusia van a continuar en los próximos años, lo que le brinda la oportunidad de convertirse en interlocutor privilegiado de Washington en detrimento del tradicional eje París-Berlín.

Y no duda en hacer todo lo posible para ganarse el favor del aliado transatlántico comprándole las armas más modernas, entre ellas el tanque Abrams, que fabrica la General Dynamics, o el caza militar del tipo F-35, de la Lockheed Martin

Polonia ha encargado no sólo 250 del último modelo del Abrams, sino también otros 120 carros de un modelo anterior que tienen la ventaja de que estarán antes disponibles.

En la visita que hizo a la sede de Lockheed Martin en Marietta (Estado de Georgia), Morawiecki instó a la dirección de la empresa a acelerar la producción de los cazas: Polonia ha encargado 32 unidades, que le costarán unos 4.500 millones de euros.

También quiere comprar a EEUU misiles de crucero JASSM-XR, que tienen un alcance de 1.800 kilómetros y pueden por tanto alcanzar Moscú, razón por la que no es todavía seguro que Washington autorice esa venta.

Pero no es eso todo, sino que Morawiecki pretende además instalar en su país centros logísticos dedicados al servicio de los carros Abrams que operen en Europa y al de los cazas F-35, además de una fábrica de munición de uranio empobrecido.

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