Enfermedad autoinmune sistémica (EAS): cuáles son y por qué afectan más a las mujeres
En las EAS existen una serie de factores de riesgo, como el estrés, factores ambientales como los rayos ultravioletas o las infecciones, que al combinarse pueden desencadenar su aparición
Esclerodermia, Síndrome de Sjögren, lupus eritematoso sistémico, alopecia areata, esclerosis múltiple, diabetes tipo I, psoriasis… Estas son solo algunas de las patologías que pertenecen a la categoría de las enfermedades autoinmunes sistémicas o EAS.
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Son un grupo heterogéneo de afecciones que comparten el hecho de tener anticuerpos, producidos por la propia persona, que actúan contra sus células y tejidos. En las EAS existen una serie de factores de riesgo que, al combinarse en algunas personas, pueden desencadenar la aparición de determinadas enfermedades autoinmunes.
Entre ellos, el estrés vital, factores ambientales como los rayos ultravioletas o las infecciones y también las hormonas sexuales femeninas. Y es que ser mujer representa un factor de riesgo para el desarrollo de la mayoría de las enfermedades autoinmunes.
Como explica el vicepresidente segundo de la Sociedad Española Multidisciplinar de Enfermedades Autoinmunes Sistémicas (SEMAIS) y jefe del Servicio de Enfermedades Autoinmunes del Hospital Clínic de Barcelona, doctor Ricard Cervera, la mayoría de las enfermedades autoinmunes son más frecuentes en las mujeres por una combinación de factores genéticos y hormonales.
¿Cuáles son las EAS más frecuentes entre las mujeres?
Entre las más habituales entre el sexo femenino destacan:
- El síndrome de Sjögren
- El lupus eritematoso sistémico
- El síndrome antifosfolipídico
- La esclerosis sistémica.
Tal es la diferencia de la prevalencia de estas enfermedades entre las mujeres que el doctor Cervera señala que “entre las EAS, las mayores diferencias se producen en el lupus y el síndrome de Sjögren, donde por cada hombre afectado encontramos de 9 a 10 mujeres con estas enfermedades”.
La relación de este grupo de patologías con las hormonas sexuales femeninas es muy clara en enfermedades como el lupus.
Y es que el mayor riesgo de aparición de lupus se produce en la edad fértil de la mujer, es decir, a partir de la menarquia (inicio de la menstruación) y dura hasta la tercera o cuarta década de la vida.
En cambio, como explica el doctor Cervera, “a partir de la menopausia es poco frecuente su aparición o que se produzcan brotes de actividad de la enfermedad”.
Sin embargo, algunas enfermedades autoinmunes también son más frecuentes en hombres, como la tromboangeítis obliterante o enfermedad de Buerger, que es una vasculitis muy relacionada con el tabaquismo, la enfermedad de Behçet o la espodiloartritis anquilosante.
¿Se puede prevenir la aparición de estas enfermedades?
Teniendo claro este riesgo la pregunta sería si las mujeres pueden hacer algo para reducir las probabilidades de desarrollar una enfermedad autoinmune sistémica. Pues tal y como explica el doctor Cervera, existen diferentes formas de reducir el riesgo de que aparezca una EAS o de que se desarrolle un brote en el caso de que la enfermedad ya se esté desarrollada:
- “Limitando la influencia de factores externos como las hormonas sexuales femeninas (evitar la utilización de anticonceptivos hormonales o terapia hormonal sustitutiva en determinadas circunstancias)”.
- “Reducir el estrés vital, llevando un ritmo de vida equilibrado”.
- En cuanto a los factores ambientales, el especialista propone algunas recomendaciones como “limitar la exposición a los rayos ultravioletas, prevención y tratamiento precoz de las infecciones…”.
En la mayoría de EAS, los genes juegan un papel como factor predisponente, aunque raramente son la causa única o principal. Pese a que no es posible reducir el riesgo genético, el vicepresidente segundo de la SEMAIS señala que se puede favorecer un diagnóstico temprano en los casos familiares.
“Ante la presencia de alguna manifestación clínica de sospecha de EAS (dolores articulares, lesiones cutáneas, fatiga intensa…), la existencia de antecedentes familiares de estas enfermedades debe motivar al médico a estudiar la posible existencia de una EAS subyacente”, indica.
Por último, el doctor Cervera recuerda que el diagnóstico en fase precoz de una EAS generalmente permite iniciar un tratamiento para controlar la enfermedad “y evitar, o al menos limitar, el desarrollo de daño crónico irreversible”.
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