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Teólogo

Victorino Pérez Prieto: "Dios no tiene celos de que el sacerdote tenga una familia"

"La existencia de los curas que viven en pareja y deben ocultarlo es dramática"

Victorino Pérez Prieto: "Dios no tiene celos de que el sacerdote tenga una familia"

Nació en León, pero casi todas las publicaciones del teólogo Victorino Pérez, miembro del Movimiento pro Celibato Opcional, están en la lengua de Castelao. Estudió en Santiago -aunque se doctoró en Teología en Salamanca-, fue ordenado en Mondoñedo sacerdote en 1981 y su experiencia como párroco, 25 años -hasta que se casó-, la ejerció en Galicia.

-¿Es compatible ejercer el sacerdocio y estar casado?

-Creo que es perfectamente compatible, Dios no tiene celos de que tengas una familia, y además las cosas van a tener que cambiar en la Iglesia a ese respecto. El problema es que el cambio que ya se da en la práctica es muy lento a nivel de estructura jurídica de la Iglesia, que tiene una norma atávica que le impide ver que eso no es un impedimento para ser cura. De hecho, los curas de la Iglesia católica de rito oriental se pueden casar y se ha admitido recientemente en la Iglesia católica a curas anglicanos casados con sus familias. Ahí se ve lo absolutamente secundario que es ese hecho. En mi caso, además, soy teólogo. Estoy casado y ejerzo la teología hasta donde me permite la Iglesia.

-¿Qué implica el hecho de que no puedan casarse?

-El problema más grave que tienen los curas que tienen pareja y no puede casarse es el drama de vivir ocultando algo hermoso que debería ver la luz; eso les hace sufrir innecesariamente. A las personas que alegan que lo sabíamos antes de ordenarnos como sacerdotes, les digo que los seres humanos tenemos una vida en la que evolucionamos. Como me ocurrió a mí, y a otros sacerdotes, encuentras a alguien que quieres, y el amor es recíproco. Y el amor lo que busca es poder ver la luz, no tener que ocultarse en ningún armario.

-Muchos viven estas situaciones a escondidas.

-La existencia de quienes viven una vida de pareja y no quieren renunciar, legítimamente, a esa pareja y al ejercicio del sacerdocio normal, son dramáticas. A veces les lleva a una situación vergonzosa, triste y dura, y más aún para las mujeres que para los curas. Porque ellas son las mayores víctimas. Se vive en una situación de anormalidad y en ciertos casos se pueden producir sentimientos de pecado o abusos por la carencia de una vida afectiva normal. Es cierto que hay un porcentaje más elevado de pederastas entre los no curas que entre los curas, pero entre estos en muchos casos ocurre por no vivir una afectividad sana y normal. Amar y ser amado por alguien es lo más hermoso que le puede ocurrir a una persona. Tener que ocultarlo crea una situación violenta que es nefasta. Aunque el celibato no es malo per se, tiene sus cosas buenas y algunos lo viven bien; el ser obligatorio para todos ha causado mucho sufrimiento innecesario y perjudicial a la Iglesia.

-Los más jóvenes se lo piensan más a la hora de colgar los hábitos por amor. ¿Por la crisis o una mentalidad diferente?

-Hay una tendencia cada vez más mayoritaria a que el clero joven sea más conservador. Pero seguro que en la situación actual de crisis, no tener un medio normal para ejercer la vida laboral es una razón para vivir la relación de pareja oculta. Una parte al menos importante del clero joven más que vocacional es ritualista, es un simple funcionario de unos ritos y servicios con los que se gana la vida, pero también hay mucho clero joven que es vocacional y lo vive sanamente y bien. Pero lo grave es que la Iglesia no tome una decisión que podía haber tomado ya hace más de 40 años, en el Concilio Vaticano II. Juan Pablo II llegó a decir que sabía que en el futuro los curas podrían casarse, pero no quería que ocurriera en su papado, y ahora sucede lo mismo. Se van pasando la pelota y no toman la decisión y el hecho de no tomarla va a seguir produciendo mucho sufrimiento y situaciones muy dramáticas. Y no digamos ya si hay hijos.

-Las parroquias no suelen recibir mal que sus curas se casen. ¿Qué ocurrió en su caso?

-Era cura en Ferrol, en una parroquia grande. Cuando se lo anuncié a la parroquia, una mujer, de lo más conservadora, me dijo que les valía perfectamente tanto casado como soltero y me preguntaban si podían hablar con el obispo, aunque yo les expliqué que no dependía de él. Y no se trata de una cuestión de que la gente sea más o menos progresista, sino de sentido común: lo que quiere la gente es que el cura les sirva. Si hubiera un referéndum, habría de todo, pero ganarían los que aceptarían a los curas casados.

-¿Por dónde irá el futuro?

-Que los curas se van a casar no tiene vuelta. Es ir contra la historia pensar lo contrario. Pero no parece que la cosa vaya a cambiar de inmediato. Es algo que debería haber cambiado por la reflexión, no por la situación vergonzosa de la Iglesia, hipotecada económicamente, por tener que pagar los abusos de sus miembros, que la va a obligar a cambiar a la fuerza. Mientras, lo que no permito es que se enjuicie mi calidad humana y moral por haberlo hecho.

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