ÚLTIMAS LECCIONES
La cultura norteamericana puede presumir de haber intentado inculcarnos que el acto más elevado del que es capaz el ser humano consiste en abrir la nevera al llegar a casa.
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¿Dónde estarán las palabras que no se pronuncian? Llévame con ellas.
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No hay nada como abrir una cerveza para saber que no hay nada.
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He perdido demasiado tiempo haciendo la maleta.
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Me temo que no hemos pensado en el césped más que para limpiarnos los zapatos.
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Ahora nada me resulta más dulce que recordar la tortura de ser niño y estar enamorado de alguna jovencita para la que yo no existía.
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No tengo tiempo para desistir.
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Mis frases me persiguen. Voy a denunciarlas.
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Los amantes aspiran a aprenderse el uno al otro de memoria pero, por regla general, nunca da tiempo a impartir las últimas lecciones de un curso.