ANTONIO GALLEGO

Presidente del Grupo Ybarra y Director General de Migasa

Ana SAMBOAL

Nada más llegar, Antonio Gallego se coloca la bata y la gorra, dispuesto a recorrer la recién estrenada fábrica de Ybarra en Dos Hermanas (Sevilla). “Es lo que más le gusta”, coinciden su hijo y su sobrino. La primera parada, en la sala que proyecta el vídeo que muestra cómo la empresa ha resurgido de las cenizas del pavoroso incendio que devoró toda la planta de producción. Se emociona al recordarlo. Después, paso obligado por el laboratorio de calidad, en el que se prueba la materia prima y se testan todos los productos. El final del periplo es una inmensa y moderna fábrica en la que Gallego se mueve con orgullo, describiendo minuciosamente el proceso, cada matiz, cada máquina, cada pieza. Su mundo transcurre entre mayonesas, salsas y miles de botellas de dorado aceite. Y se ve a la legua que lo disfruta.

"No sabemos usar el aceite de oliva: el 0,4 es para cocinar y freír, y el extra para ensaladas, salsas y tostadas"

“Este producto no engorda y es una fuente de salud formidable: en Japón, donde tienen la esperanza de vida más alta, se toma bastante”

–El incendio fue muy grande. De la noche a la mañana, arde toda la fábrica y no queda nada. Y nos preguntábamos: ¿dónde producimos todo esto? No había planta en España para hacer lo que teníamos que hacer. Estabas todo el día dándole vueltas. Empezamos a llamar a la competencia y la verdad es que reaccionó bien. Dijeron: podemos hacerlo. Pero, claro, todo es cuestión de precio. Y todo eso ha costado. En el aceite tuvimos menos dificultades. Tenemos una gran planta en Alcolea, en Córdoba, y lo que había que hacer era trabajar allí veinticuatro horas, sábados y domingos, además de en otras plantas pequeñitas.

–Pero han mantenido la marca en el mercado.

–Nos quedamos helados, porque siempre tenemos un stock de meses. Porque nunca vas a pensar en un incendio, pero puede ocurrir cualquier cosa. La sorpresa fue que en quince días nos dejaron todas las tiendas vacías. La gente iba a comprar pensando que ya no iba a haber más. Una persona que se llevaba normalmente dos, compraba seis. Lo dejaron todo vacío. Durante días, nos quedamos sin mercancía. Tuvimos que salir a decir que íbamos a suministrar. Y la gran superficie se portó muy bien: nos respetaron el sitio, no metieron ninguna otra marca, así que, cuando empezamos a producir, inmediatamente lo llenamos. Y eso fue una suerte que hay que agradecer.

–Y el espaldarazo definitivo lo dio la visita del Rey.

–Cuando me llamaron de la Casa Real para comunicarme que el Rey quería inaugurar la fábrica, fue una alegría enorme. Ellos me insistían en la fecha, apuntaban a mayo o a junio, pero no podía ser que viniera sin estar la fábrica terminada. Y fuimos aplazando hasta que llegó septiembre y él se amoldó. La Casa Real te recuerda que no dispone de mucho tiempo. Así que yo, desde el primer momento, le dije: señor, esto es muy grande, esto con prisa no se puede ver y, además, están los socios de la familia Ybarra y de la familia Gallego, que son los que han invertido en esta planta y quieren saludarle. Y él me dijo: nada, nada, Gallego, no te preocupes. Para mí fue una sorpresa. Yo no le había tratado y estuvo conmigo amable durante las tres horas y media que se alargó la visita. Estuvo encantador. Y tuvo un detalle muy bueno, porque fue saludando uno a uno al personal. Luego había una copa para todos y se quedó con nosotros. Ha sido muy importante para esta empresa, para Ybarra, el que el rey la haya inaugurado. Esto nos da una fuerza comercial muy grande. También es relevante la seguridad alimentaria y todos los clientes que quieren visitarnos, españoles y extranjeros, lo destacan. Se han tomado medidas para tener una gran fábrica, miramos mucho el control de calidad.

Antonio Gallego, Presidente de Ybarra y Director General de Migasa. | MARCELO DEL POZO
–¿Cómo está el mercado del aceite de oliva?

–El precio del aceite de oliva es muy volátil, sube y baja según las cosechas. El año pasado, España tuvo 1.250.000 toneladas y hubo un excedente de 375.000. Nadie lo esperaba, así que el precio era alto. Con un precio tan fuerte y el girasol a un euro, el comprador se lo piensa. Ahí se perdió bastante consumo. Este año, la cosecha puede llegar a 1.800.000 toneladas y pueden sobrar 650.000. Con un excedente tan grande, el agricultor espera que el precio baje y, por tanto, decide esperar a ver si sube y, cuando quiere acudir al mercado a ofertar…

–Van todos y se tiran los precios.

–Claro. El año pasado se decía: no llueve. Pero empezó el 29 de febrero y llovió toda la primavera. El olivo necesita agua en primavera y en septiembre. Esa lluvia es la que nos ha llevado a 1.800.000 toneladas. Ahora hemos entrado en una primavera de lluvias. Lo más normal es que, al año que viene, haya una cosecha importante. No sabemos cuánto, pero pasará de 1.500.000 toneladas. Con el sobrante que hemos tenido, lo más probable es que los precios se mantengan. Es verdad que hace tres o cuatro años, en un coloquio, les dije a los agricultores: no creo que el aceite vaya a bajar de tres euros en el futuro. Pero entonces no me esperaba que se sembrara tantísimo. Se ha sembrado muchísimo olivo en España, Portugal, Túnez, Italia, Grecia, en todo Marruecos… ¿Por qué? Cuando el agricultor ha visto un aceite a tres y a cuatro euros, ha dicho: esto es un negocio grandísimo. Las producciones son muy grandes. Ahora hemos tenido la mala suerte de que el consumo ha bajado porque los precios son altos y también porque quieren menos grasa, aunque el aceite de verdad no engorde, es una fuente de salud formidable. En Japón, donde tienen la esperanza de vida más alta, se toma bastante aceite. Y el segundo país en esperanza de vida es España y se debe a la dieta mediterránea. Lo que hace falta ahora es que el consumo que se perdió vuelva a recuperarse, yo tengo esperanzas.

–¿Hay que ganar nuevos mercados?

–Sí, pero el mercado se gana haciendo publicidad.

–¿Cómo la que están haciendo en Estados Unidos?

–Es muy poco, hay que hacer más. Pero hay que hablar del aceite de oliva. Estamos hablando del aceite de oliva extra y eso no es, hay que diferenciarlo del 0,4, que es el que sirve para freír y para cocinar. El aceite de oliva extra sirve para ensaladas, para hacer una salsa, un caldo de verduras, unas tostadas por la mañana… Hay que consumir esos dos productos, cada uno para lo suyo, que todavía no hay una mentalidad clara.

“Que el Rey haya inaugurado la fábrica de Ybarra ha sido importantísimo, además de una enorme alegría”

–¿Los mediterráneos, no sabemos usar el aceite de oliva?

–No. Pensamos que el extra es mejor. Pero el aceite de oliva extra, que es muy bueno, tiene sabor, aroma… En mi familia, en casa, en el campo, todos desayunamos aceite de oliva y tengo tres o cuatro botellas en la mesa porque a uno le gusta el que amarga, a otro el más suave… Cuando vas a venderlo, a exportar, tienes un problema, te dicen: el aceite tan fuerte no lo quiero. Hay que tener en cuenta que es un fruto natural de un olivo. Y depende de la cosecha. En años pasados, la cosecha ha sido mejor que en este. Hay años que te sale suave y hay veces que te sabe un aceite que amarga mucho y se mete en la garganta.

–¿Les ha afectado de algún modo la guerra comercial de Trump contra las aceitunas?

En Estados Unidos se produce mucha aceituna de mesa, sobre todo en California. La española estaba apretando muchísimo y se han movido los señores de allí y han puesto un arancel.

–¿Y pueden a hacer lo mismo con el aceite?

–Lo veo muy difícil, porque el consumo es ya bastante grande y necesitarían varios años para producir la cantidad que mandamos allí. En California no se va a producir la cantidad de aceituna de molino que necesitan. Pueden pedirle al Gobierno un arancel porque tengamos beneficios, pero no van a cubrir el mercado, así que tenemos que seguir. Ahora bien, le pueden poner un arancel al aceite español y no al tunecino o al turco, pero no tiene sentido. El nuestro es sólo un poquito más alto, una diferencia muy pequeña.

–Pero el primer exportador es España.

–Sí, sí. Antes era Italia. España no tenía mercado en Estados Unidos, tenía muy poco, el que tenía representación fuerte era Italia. Eso viene desde desde que llegaron los primeros inmigrantes italianos. ¿Qué pasó? Nos pusimos cómodos, venían a comprarnos el aceite aquí y ellos lo vendían allí “made in Italy””. Pero la norma les obligó a poner en la etiqueta el origen y tuvieron que modificarlo. Ponían Unión Europea, en vez de España. Y la situación empezó a cambiar. En ese momento, nosotros ya teníamos más producción y empezamos a movernos. Actualmente, España vende mucho más en Estados Unidos que Italia. Aunque también hay que tener en cuenta que muchas empresas italianas se han instalado aquí y mandan directamente a Estados Unidos.

–¿Vendemos marca española o también como mayoristas a empresas que después pueden manipular el producto y etiquetan con su marca?

–Nosotros vendemos con marca española, con marca de distribución en Estados Unidos y en más de 140 países. Granel se vende también bastante.

–¿Perjudica a la marca?

–Sí, pero hacer una marca no es fácil. Tienes que empujar un poquito. Tienes que ir barato y eso tiene sus inconvenientes.

“Se han plantado muchísimos olivos en el Mediterráneo a raíz de los altos precios y eso ha provocado grandes excedentes”

–O sea, que el reto es hacer marca al tiempo que vas vendiendo más producto

–Poco a poco. Cada día se vende más, pero todavía se vende mucho a granel y se envasa allí. Hay que tener en cuenta también que el transporte es muy caro. No es lo mismo mandar un barco, que vale el flete 50 euros y hasta 30, que mandar un contenedor, que vale 150 euros envasado. Un granel es más rápido, pero nosotros, como Ybarra, tenemos nuestra marca en Estados Unidos, que vendemos muy bien.

–En girasol son también fuertes.

–En Andalucía somos muy fuertes porque tenemos el ciclo completo. Le damos la semilla al agricultor y luego se la compramos. Refinamos, envasamos y hacemos el ciclo completo. En oliva y girasol, trabajamos con más de 80.000 familias agricultoras. Es muy importante para nosotros. España es deficitaria de aceite de girasol. Nosotros, todos los años, tenemos que importar casi 350.000 toneladas de aceite o de pipas. ¿Por qué? Porque aquí producimos 650.000-700.000 toneladas y necesitamos 1.400.000 y no se siembra para eso por los precios. Los países del Este producen 10 millones toneladas y aquí producimos 600.000. Y el precio al que te venden allí es el mismo que tú compras en el campo. Como no tiene arancel, puedes traer aceite y puedes traer pipa. Y también cereales. Al no tener arancel, entra. Culpan a las extractoras de los bajos precios: mire usted, lo que queremos es que se siembre lo máximo posible de pipa de girasol…

–La acusación de que son las grandes empresas las que tiran los precios de forma artificial en España, ¿son infundadas?

–Totalmente. Eso lo saben los sindicatos y los agricultores, lo que pasa es que hay que hablar. No sólo ocurre con el girasol, está en el trigo, la cebada…

–Si los precios son tan bajos, cada vez se va a plantar menos girasol.

–Pues por eso se ha ido todo el mundo del girasol al olivar. La gente está sembrando olivos en las tierras del girasol, ése es el problema. ¿Y quiénes se ven más perjudicadas? Las extractoras de aquí. Nosotros lo que queremos es que se siembre en España y, si se pone arancel, mejor para nosotros. Pero no es posible porque estamos todos en la Unión Europea.

–¿El consumidor demanda cada vez productos más elaborados y sofisticados? ¿Hacia ahí va la cocina?

–Tienes que estar todos los días en la cocina. La gente pide productos nuevos y tienes que hacerlos. Cuando entramos aquí, hacíamos tres salsas y ahora no sé si son cuarenta. Tienes que estar en ese mercado. En el consumo de salsas estamos estabilizados, no creas que ha ido mucho más. Nosotros sí es verdad que hemos cogido más fuerza en ese mercado, nos hemos abierto más y por eso hemos ido a por Musa, porque hacer más mercado no es fácil.

“Como empresario, empecé de la nada con intereses del 18%, ahora, con un 3% y mucho trabajo, se puede triunfar”

–¿Cómo ven la situación económica de España?

–Como empresa, de la nada hemos ido poco a poco. No sólo yo, lo hemos hecho todos. Y nosotros teníamos intereses al 18%. Esto se lo digo mucho a los chavales cuando voy a una universidad: yo he luchado con intereses al 18, al 14, durante muchos años. Hoy, con intereses al uno, al dos, al tres por ciento, hay una posibilidad de triunfar. Ahora, para eso hay que arriesgar. Y pensar y no ir al pelotazo. Nosotros hemos salido de una crisis grande, del incendio de Ybarra, hemos hecho una inversión bastante grande. Y, hasta ahora mismo, no hemos recibido ayuda.

–¿Reciben más las cooperativas?

–Lo que no es normal, y yo respeto a las cooperativas, es que una cooperativa tenga una ayuda de un 40%, una pyme tenga un 15-20% con dificultades y a una empresa grande le cueste trabajo conseguir una ayuda de un 5-6%. Estamos discriminados, pero se está luchando para que eso no siga. No lo entendemos. Aquí, a Andalucía vienen pocas industrias grandes porque no tienen ayudas. Y en algunas comunidades han tenido ayudas importantes. Nosotros hemos hecho aquí una inversión de 48 millones de euros y hasta ahora mismo no tenemos noticia de ayuda alguna. Yo no digo que a las cooperativas no les den un poco más, pero esto hay que reformarlo, porque todos vamos al mismo mercado. Hay que tener igualdad de condiciones. Todos damos empleo. La industria grande incluso suele dar más empleo. Porque una cooperativa crea tres, cuatro puestos y una grande 200-300. Nosotros tenemos hoy más de 800 trabajadores. Hemos enviado todos los formularios y cumplimos todos los requisitos, pero la cooperativa tiene por serlo más puntos, más derechos. Claro, si un señor va a hacer una inversión de diez millones de euros y le dan cinco millones y yo voy a hacer una de diez y me dan uno, y los dos vamos al mismo mercado… Eso se tiene que solucionar

El director de Migasa, en el almacén de la compañia. | MARCELO DEL POZO
–¿Es competencia desleal?

–Hombre, yo no digo desleal. Pero es injusto.

–¿El cambio político en Andalucía cómo les afecta?

–Aquí hemos estado muchos años y nos hemos amoldado a lo que había. Ahora, ha empezado uno nuevo, está por ver.

–¿Dónde ve el futuro?

–Siempre debe de haber algunas personas de la familia representando a la compañía. Con buenos profesionales al lado. Personas de la familia que estén dispuestas a luchar, porque esto no es fácil. Hoy es más fácil coger dividendos y estar en Estados Unidos, porque estar en una lucha de estas te exige muchísimo. Incluso se gana menos dinero. Esto tiene a uno que gustarle. Como el que es médico. Mire usted, si usted es médico y no es humano, usted no puede ser médico. Con la empresa tiene que ser de esa manera, que le guste. En mi época, venía del colegio y tenía que pasar por la fábrica, entraba por la puerta y veía los bidones. Hoy no es así. Ni hijo ha visto algo, mi hija, mi sobrino han visto algo, pero ya los que vienen por detrás no lo han conocido. Yo les he traído a visitar Ybarra, a solas o con el colegio. Procuro transmitirles, cuando estoy con ellos, lo que es la empresa, para que se den cuenta de lo que hay. Pero la empresa familiar tiene mucho sacrificio.

–¿Y dónde ve la empresa?

–Nosotros estamos en más de 140 países y eso lo hemos hecho desde el año 60 para acá. España consume 35.000 toneladas de aceite y China consume 40.000 al año y está estancada, sube muy poco. Hay muchos productos y no es fácil. China es grande, si cada chino cogiera un día una botella de aceite ¿cuánto se iba a vender? Eso no es fácil, llevamos así años. China empezó hace diez años en 30.000 toneladas y está en 40.000. Está consumiendo al mes un poquito más que España, pero muy poco. Es un país que va, pero no tan deprisa. Cada año, el aceite de oliva va a más en todos los países. Por la dieta mediterránea, nada más, esa es la razón. Todo el mundo está viendo que es lo más sano y por eso van a consumir más aceite de oliva.

Relacionadas

-----