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Criminalización de la política

Moisés Nain es un distinguido colaborador de la llamada (por ella misma, claro) "prensa de prestigio" y su firma aparece asiduamente en las páginas del Financial Times, Berlin Zeitung, Corriere della Sera y

El País. Economista de profesión, fue ministro de esa especialidad en Venezuela, durante los primeros años de la década de los noventa, trabajó para el Banco Mundial y, además de ser un autor de éxito, participa en numerosos foros internacionales. Se trata, por tanto, de un ciudadano del mundo y de un intelectual cosmopolita que goza de gran influencia. El mismo título de su sección habitual, El observador global, da una idea de la profundidad que concede a su mirada. En el último artículo que le he leído nos explica las causas secretas de la guerra relámpago desarrollada por Rusia en territorio georgiano para defender la causa de Osetia del sur y de Abjasia. Territorios a los que, luego, ha reconocido como países independientes, en la misma forma que Estados Unidos y la Unión Europea hicieron previamente con Kosovo. Empieza diciendo Naim que hay varias causas para explicar la enérgica reacción del gobierno ruso. Una estaría motivada por intereses geopolíticos en una zona de su secular influencia. Otra (denunciada por el propio Putin) por el deseo del gobierno norteamericano de favorecer al candidato republicano a la presidencia, John Mccain, un militarista convencido. Pero aún existe una tercera causa, secreta, que tendría que ver con la protección de los intereses de las mafias que campan a sus anchas en Osetia del Sur y en Abjasia controlando desde allí negocios ilícitos que mueven sumas fabulosas de dinero en todo el mundo. Y ello le da pie para resaltar que, en Rusia, desde la caída del comunismo, se ha venido desarrollando un doble proceso de politización de los criminales y de criminalización de los políticos, hasta formar un conglomerado de poder muy sólido y estable. Según el testimonio de un "kremlinólogo",que cita, "durante el gobierno de Yeltsin hubo una gran expansión de las mafias rusas y bajo Putin una consolidación de las grandes empresas criminales". Al parecer, el mérito del ex agente de los servicios secretos es haber conseguido darle una orientación patriótica y un sentido de estado a ese grupo mafioso, expulsando del sistema a quienes querían ponerse de acuerdo con intereses extranjeros, se supone que también mafiosos. La observación que hace Moisés Nain sobre Rusia podría valer para cualquier otro lugar del mundo, donde hubieran coincidido el proceso de creación de una nación con la construcción de una estructura de poder por métodos violentos. Poco después de leer este artículo, leí otro del escritor mejicano Carlos Fuentes en el que se reflexionaba sobre la creciente criminalización de la política, criticando, entre otros, los comportamientos del gobierno de Bush respecto de los derechos humanos. Y concluía haciendo votos porque Obama, caso de ser elegido, cambie esa forma de proceder. La frase final es terrible: "Ojalá que no le cueste la vida". En otras palabras, que pueda ser asesinado. Se supone que por fuerzas mafiosas de dentro de su país.

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