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Shikamoo, construir en positivo

José Luis Quintela Julián

Mentando a Dios, ¿y?...

Señores y señoras, buenos días! Hoy el día viene cargadito de temas, y a todos me hubiera gustado referirme en esta columna de sábado. Ya solo las celebraciones del pasado 17 de mayo dan mucho jugo. Podríamos habernos centrado en el Día de Internet, cosa que haremos, pensando en cómo nos ha cambiado la vida -para bien y para mal- desde que desde el ámbito militar permeó a la cotidianeidad este juguetito... O, en clave mucho más centrada en nuestro rincón de Breogán, quizá también hoy tocase hablar de la situación de gallego y castellano aquí, en Galicia. Y no menos atractivo es el tema, también propio del 17 de mayo, del Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia. Un tema también muy importante, porque incide directamente en el ámbito de los derechos humanos, y muy particularmente en el derecho a la propia identidad y en el de vivir nuestra propia vida como queramos, no como les gustaría que fuese a terceras personas...

¿Son muchos temas? Pues apunten, que hay más... Uno de estos días -me lo apunto- voy a defender a Pablo Iglesias y a Irene Montero, políticos de Podemos, de un tal Pablo Iglesias. ¿Les parece complicado? Que va... Ya les contaré... Y si a esto sumo la peculiar investidura en Cataluña, con elementos y visiones para todos los gustos, y la apertura de una ¿nueva? etapa en Madrid, pues mucho más sobre lo que pensar...

Sin embargo, la actualidad manda y obliga. Sobre todo esa actualidad que enseguida salta de las portadas, para regresar en el próximo luctuoso episodio, en un eterno déjà vu. Y es que, con todo y a pesar de todo, hoy no puedo dejarles de hablar de la última masacre en los Estados Unidos de América, con los mismos ingredientes de siempre: ámbito escolar, armas, inestabilidad emocional y, desgraciadamente, muertos... Esta vez ha sido en Santa Fe (Texas) en el vigésimo segundo tiroteo de 2018 en escuelas del país...

Pero no me voy a centrar, no, en el episodio concreto. Para eso están los tabloides, y ustedes ya tienen uso y costumbre de buscar allí la actualidad. Iré a la noticia colateral. Y es que ahí, desde mi punto de vista, está muchas veces el verdadero interés del análisis...

Pues vayamos por partes. Y para eso debemos situarnos en la reciente elección como presidente de la todopoderosa Asociación Nacional del Rifle estadounidense de Oliver North, tejano de nacimiento. Lo saben, ¿no? Y supongo que ustedes también recuerdan que el que había sido coronel de los Marines después fue condenado y expulsado del ejército por su papel decisivo en la trama Irán-Contra, en los tiempos de Ronald Reagan. Tal Asociación, la ANR, es un verdadero lobby que quita y pone senadores, y que contribuye a infectar de verdaderos arsenales muchos domicilios particulares del gigante americano. Y precisamente en el Encuentro Nacional de la ANR, celebrado también en Texas, un ciudadano norteamericano -un tal Donald Trump- hizo un encendido discurso donde vino a decir algo así como que mientras él sea presidente, los estadounidenses podrán tener todas las armas que quieran, porque es un derecho que les ha sido directamente otorgado por Dios, algo que, por otra parte, creen muchos de sus conciudadanos... Y Dios, que está calladito y es obediente, no dijo nada...

Poniéndonos ya en las últimas horas, y volviendo a la nueva masacre, este mismo señor, el presidente Donald Trump, se ha mostrado apesadumbrado y entristecido por las víctimas de tal luctuoso acontecimiento, y se ha apresurado a decir que tomaría medidas -la última fue proponer ¡armar al profesorado!, o sea, más armas- y volver a mentar a Dios de nuevo. Y es que con un ¡Dios bendiga a todos!, el hombre zanja la cuestión derivándola hacia las altas esferas celestiales, en un discurso persistente que insiste en decir que las armas son algo normal, que lo malo son las cabezas de quienes las usan y que Dios les protege y les protegerá. ¿Será que no entiende la relación causa-efecto? O, peor aún, ¿que a él ya le va bien así?

Ciertamente, yo me quedaría muy preocupado ante un gobernante que mentase a Dios -una cuestión muy íntima, respetable y propia de cada cual, pero nada adecuada en esa tesitura- para zafarse de los grandes problemas a los que debería enfrentarse. Creo que no es de recibo, en absoluto. Pero, claro, es muy cómodo hablar en nombre de quien no va a desmentirle y cuyo aval -aunque sea de esa manera- sí tiene un efecto en importantes capas de población. Una mirada rápida a la Historia nos demuestra que tal táctica ha sido perfecta para cometer los más variopintos desmanes, pero sorprende que tal aberración siga presente cuando ya enfilamos el comienzo de la tercera década del siglo XXI.

La actualidad tiene aún más flecos lacerantes y sangrantes, que fíjense, tienen que ver también con la postura de los Estados Unidos y su veto ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Me refiero, claro está, a la inestabilidad en Oriente Medio y la nueva matanza de ciudadanos palestinos, en una guerra eterna en la que nada avanza, excepto la muerte... Ya hablaremos de todo ello, si sigue habiendo oportunidad. Mientras tanto, déjenme, al hilo de la historia de hoy en Santa Fe, que les diga que yo soy de los que piensan que Estados Unidos y sus noventa y tres muertos por arma de fuego diarios son, ciertamente, una barbaridad. Y con esto, suma y sigue...

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