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Se les fue de las manos...

"Nuestras instalaciones disponen de una piscina climatizada ubicada en un recinto con techo retráctil lo que permite, a los afortunados usuarios, el disfrute de un relajante baño en los fríos días de invierno así como sentir la suave brisa matinal en las cálidas mañanas de verano..." No es un slogan publicitario de un resort de lujo. Hace referencia a la última prisión que se erigió en nuestra geografía, la denominada "cárcel palacio". Sus usuarios son malhechores a los que un juez decidió privarles de libertad.

A finales de los 90, se diseñó un prototipo de prisión denominado "centro tipo". Macrocárceles que disponen de todo clase de servicios (módulos residenciales, enfermería, cocina, talleres productivos, polideportivo, salón sociocultural, etc...) con el fin de que los internos cumplan sus condenas en un solo centro penitenciario. A partir del año 2000, todas las prisiones que se construyeron siguieron ese patrón. No obstante, a la hora de decidir qué instalaciones ofrecer a los reclusos parece que la Administración no valoró la oportunidad de las mismas, ni se puso límites presupuestarios. Considerando que los recursos económicos son siempre escasos podríamos pensar que, en algunos aspectos, se les fue de las manos...

Echando un vistazo atrás, vemos que la Constitución española establece que "las penas privativas de libertad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social". En base a ese postulado se redactó la Ley Orgánica General Penitenciaria, lo que significó un salto cualitativo en este ámbito. Se pasaba de un sistema exclusivamente punitivo que buscaba castigar y apartar de la sociedad a aquellos que infringieron la ley a otro que priorizaba el tratamiento individualizado de cada individuo basado en un estudio complejo de su personalidad, actividad delictiva, factores familiares, sociológicos, etc.... La finalidad es que aquellos que estén al margen de la sociedad se reintegren plenamente en la misma tras su paso por prisión. Para tal fin, se requiere el esfuerzo de un gran número de profesionales como psicólogos, educadores, trabajadores sociales, colaboradores de ONGs, además de personal sanitario y, por supuesto, de vigilancia que colaboran en tan laboriosa tarea. Siendo, todos y cada uno de ellos, piezas fundamentales a la hora de lograr el mandato constitucional de la reinserción. Por tanto, sin cuestionar la lógica necesidad de unos medios materiales imprescindibles, el éxito de este sistema penitenciario se fundamenta en los recursos humanos que dispone, es decir, en sus trabajadores.

Desafortunadamente, parece que nuestros dirigentes no comparten esta apreciación y no hay expectativas de cambio en el enfoque de su gestión penitenciaria. Mientras nos brindan imágenes de inauguraciones en escenografías grandilocuentes, las cárceles presentan un déficit alarmante de médicos, los trabajadores siguen sufriendo agresiones y sus condiciones laborales empeoran día tras día. Además, en innumerables prisiones, hay departamentos cerrados al uso por falta de personal. Paradójicamente, entre ellas está la ya conocida "cárcel palacio"...

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