La noche del 14 al 15 de septiembre pudimos contemplar un espectáculo curioso en TVE2: la emisión de dos programas, uno a favor de la homofobia y otro en contra de ella.

Casi a la una de la madrugada se presentó en las pantallas el título Homofobia del programa Millennium en el que moderador y cuatro contertulios denunciaban las situaciones de desprecio que los homosexuales tenemos que vivir en España.

Una hora antes el programa Documentos TV presentaba el título Del podio al olvido para grafiar la realidad de muchos deportistas de élite que, tras llegar al fin de su período de máximo rendimiento, no les queda otra cosa que afrontar el vacío del olvido y la penuria económica.

Pese a que la situación más crítica que se puede uno imaginar tras el fin de la fama es la del homosexual que se ha visto obligado a censurar su afectividad, el programa exterminó la más mínima mención de esta realidad.

En el hundimiento de su periplo deportivo a un heterosexual aún le queda un espacio firme en el que apoyar los pies, lleno de bendiciones sociales. ¿Acaso a uno de estos mitos (casi siempre de cuerpos embellecidos por el ejercicio) no le saldrían novios o novias (según el caso) que tuviesen una enorme satisfacción en ligar sus vidas afectivas a la del ídolo? Claro que sí, pero ¿qué pasa cuando hasta ese suelo desaparece bajo tus pies porque eres gay o lesbiana forzosamente armarizado? Pues que tus probabilidades de suicidio se multiplican.

Ya lo sé, en miles de deportistas de élite españoles, año tras año, ni han existido ni existen homosexuales... Pero dejen que la mosca les zumbe detrás de la oreja cuando uno de ellos se suicida de manera inexplicable y quizás así sus pensamientos se aproximen a la realidad. En el documental, cuando la mosca quiso hablar, usaron insecticida.

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