Algunos seres poco humanos parecen empeñados en no atravesar el umbral del nuevo siglo y amparados en la zona de confort del arcaico "todo vale" respecto al cuidado de un animal, establecen su soberanía en la escala evolutiva precisamente en el mal uso de aquello que los distingue, la capacidad de raciocinio. Cabe recordar que para muchos de ellos un oportuno refugio no es otro que el socorrido una mascota es solo una mascota, como si estos no fueran capaces de sentir dolor o pena.

Pero estableciendo otro paralelismo con su particular palo y zanahoria no les quedará más remedio que acatar la batería de medidas que pronto entrarán en vigor en Galicia, las cuales sea dicho de paso ya tardaban, que prohibirán entre otras el corte de orejas y rabo por razones estéticas, el uso de collares de descarga eléctrica o el llevar los animales atados a vehículos de motor en marcha. ¿Alguien educaría así a otro ser vivo, a un semejante? Cuando hay que vetarlo, desgraciadamente la respuesta solo puede ser afirmativa.

Y en este lote, en el que todavía faltan los toros aunque todo se andará, también es muy de agradecer que se vaya a impedir el empleo de animales silvestres en los circos, que si le preguntaran al león o al elefante vaya que sino preferirían la sabana africana o en su defecto un placentero zoo con toda suerte de atenciones y cuidados veterinarios, en vez de andar de aquí para allá en mugrientas jaulas, mal alimentados y durmiendo en descampados. ¿O acaso nacieron para que a base de golpes en las patas por parte del aplaudido domador se sienten en una silla o den patadas a una pelota? Poco les queda de naturaleza animal cuando siendo muy cachorros los crían atados a una cadena, para que de adultos solo puedan sentir pánico a la libertad.

Un pasito más que nos acerca a la erradicación del intolerable camino que todavía recorren los iluminados que piensan que los animales, a falta de obligaciones, tampoco deberían disponer de derechos.

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