No soy politólogo ni sociólogo, pero sí -si se me permite el palabro glorietólogo. Y, como tal, veo la actual situación política en España: enredada dando vueltas en una gran glorieta en la que solo los expertos lo hacen correctamente y, precisamente, ese no es el caso de Albert y de Pedro, quienes demuestran en cada vuelta que dan que no son buenos conductores y, por encima, quienes les acompañan tampoco les ayudan; porque al primero le dicen que se mantenga en los carriles centrales, dé unas vueltas más, y luego tome la última salida. Y lo del segundo ya es de traca. Le dicen: "¡Más a la izquierda, Pedro, más a la izquierda!". Y no se dan cuenta que las salidas de las glorietas están siempre por la derecha, y que quienes se salen por la izquierda acaban enfangados o empotrados contra la estatua o fuente central.

En efecto, estos dos señores debería llevar la L de novatos, porque puede defenderse bien en una glorieta de un solo carril, es decir, en los mítines y en las reuniones con sus gentes, porque a ellos les dicen lo que les gusta oír, y puede venderles la mercancía averiada, ya que se la van a comprar a cualquier precio, pero en cuanto se meten en una glorieta de más de un carril, se hacen un lío.

Por ejemplo, Sánchez entra con el propósito de girar a la izquierda e intenta tomar esos carriles, pero ya están ocupados por toda esa caterva que él encumbró con el único propósito de que devoraran al PP. Pero como el PP circula por los carriles de la derecha, es posible que acaben devorándolo a él. Algún jarrón chino ya le advirtió de que para salir de la glorieta debería irse aproximando progresivamente a los carriles de la derecha para tomar la última salida, pero a él, esos carriles le dan sarpullidos y, por lo que se ve, seguirá enrocado hasta que acabe la gasolina (o lo echen) o se estrelle contra la estatua de la glorieta.

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