Los drones, aviones en miniatura no tripulados, forman ya parte indiscutible de nuestra cotidianeidad. Se trata de una tecnología en constante evolución y cuyo potencial es enorme. Usos como el de servir para controlar incendios o combatir el furtivismo en las costas, ya justifican sobradamente su existencia.

Pueden ser aéreos, acuáticos o terrestres. Es un negocio que crece rápidamente en comunidades como la gallega, donde se ha creado una escuela pionera en formar pilotos de este tipo de vehículos sin tripulación.

Una de las utilidades del dron es servir para localizar a desaparecidos, que no se logran detectar con la vista. Estos aparatos poseen cámaras térmicas que detectan el calor que desprenden los seres vivos.

Comienza a estar muy extendido el uso de drones. Por ello, ya se han producido caídas accidentales de los mismos, que siempre son un potencial riesgo. Por otra parte, todavía no existe una legislación para regular su uso. Es cada vez más necesaria.

Por sus propias características, los drones pueden resultar un testigo incómodo e indiscreto. Así ocurrió en aquella iglesia, donde dos amantes desataban su pasión, creyendo estar ocultos del todo el mundo.

Pero lo realmente preocupante es utilizar al dron como arma para matar. Sabemos que un lidere talibán murió por un ataque de estas naves, enviadas por EEUU.

Cada día surgen más posibles usos de los drones. Recuerdo que Amazon pensaba utilizarlos para enviar paquetes poco pesados? En fin, llegará un momento en el que cualquier persona pueda tener uno. Hasta le han regalado uno al Papa, recientemente. Ahora queda confiar en que se utilicen para una buena causa.

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