Un vídeo que circula por internet me destrozó el día dándome un brutal golpe de cruel realidad.

En ese terrible vídeo grabado con un teléfono celular, Dandara dos Santos, de 42 años, una mujer transexual, está sentada en el suelo y apenas se puede mover. Al menos cuatro jóvenes le dan fuertes patadas, palazos, pedradas, puñetazos, la golpean con tablones y con todo lo que encuentran, ella suplica, gime, grita de dolor y de miedo, nadie intenta ayudarla, algunos hasta se ríen, mientras esos seres inhumanos llenos de odio la humillan, la insultan, le repiten una y otra vez "mañana estarás en el tanatorio", la torturan con saña. Este es uno de esos vídeos horripilantes que invitan a perder la fe en el ser humano. Después la suben en una carretilla. La mujer acabó asesinada.

Sucedió en las calles de Fortaleza, en el Nordeste de Brasil, el pasado 15 de febrero, un crimen transfóbico más en un país donde los asesinatos a miembros de la comunidad LGBTI son una rutina.

El odio mata, la intolerancia mata, el integrismo mata, la ignorancia mata, la transfobia y la homofobia matan, la estupidez humana parece no tener límites cuando se trata de imponer a los demás tú manera de entender el mundo.

El autobús transfóbico es un insulto en sí mismo, es un ataque a una de las libertades fundamentales del ser humano, a la libertad sexual, es un autobús cargado de odio y mentiras, porque un transexual no es una anormal, ni la transexualidad es una enfermedad. Este autobús de la vergüenza no debe seguir circulando, no puede considerarse libertad de expresión el ataque a las personas por su tendencia sexual.

Las organizaciones ultra católicas que se dedican a sembrar odio y mentiras no pueden estar financiadas con dinero público, ni aquí ni en Brasil, ni en ninguna parte podemos permitir que los integristas siembren su semilla. Cuando escucho a estos personajes hablar de "libertad de expresión" cuando no conocen las palabras "respeto a la diferencia", o dicen chorradas como que existe un grupo de poder homosexual que pretende controlar el mundo, o que los heterosexuales estamos siendo discriminados, se me cae el alma al suelo y siento auténtica vergüenza ajena.

No más cosechadores de odio, no más sufrimiento, no más autobuses, no más asesinatos, no más casos como el de Dandara dos Santos en el mundo.