La noticia de que dos agentes de la Guardia Civil explican a los conductores cómo circular en las glorietas, me lleva a recordar que los sempiternos líos de las que tienen más de un carril trae causa de dos clamorosos errores: por un lado, el diseño de carriles circulares, porque no tienen principio ni fin, ni conducen a ninguna parte, y, por otro, la decisión de la DGT que, ante la carencia de una norma ad hoc que regule la circulación en dichas infraestructuras, dictaminó que para dilucidar los conflictos que en ellas se produzcan debe aplicarse la norma genérica de cambio de carril, pero ignora totalmente la que regula los cambios de dirección. Si se aplicara también ésta, a nadie se le ocurriría colocarse en el carril de la derecha para tomar la vía de la izquierda, que es, precisamente, el origen del problema.

¿Y cómo se pueden revertir esos errores? Muy sencillo: olvidándose de los carriles circulares y diseñándolos longitudinales, de forma que canalicen el tráfico desde el centro de la glorieta hacia la salida, con lo que se eliminan los riegos de las mismas. Pero mucho me temo que a eso no están dispuestos los ingenieros de tráfico porque, si lo estuvieran, ante la demostración empírica de su utilidad en A Coruña, ya lo hubieran hecho. Sin embargo, siguen erre que erre con los carriles circulares. Y la DGT, aunque ya cambió algo su discurso inicial, no parece que tenga en eso una preocupación. Por lo tanto, seguirán los líos

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