Palacio de la Ópera

18 de marzo de 2011

Octavio Vázquez está realizando una interesante carrera en Estados Unidos, al igual que otros jóvenes músicos gallegos como Eduardo Soutullo o Fernando Buide. La Sinfónica tiene el buen acuerdo de hacerles encargos. Como esta Eterna luz azul, de Vázquez o como la obra que estrenará Buide el próximo otoño. Octavio ha escrito una partitura breve (diez minutos), especie de collage donde hallan cabida menciones del final (Despedida) de esta singular obra de Mahler, de su inacabada Décima Sinfonía y también de la Sonata para piano nº 26, opus 81a, de Beethoven, que recibe el sobrenombre de Despedida. El músico orensano se ha distinguido siempre por el excelente manejo de la paleta orquestal, y esta obra no es una excepción. En el comienzo, por ejemplo, sólo con la cuerda, consigue una extraordinaria sonoridad, llena, tupida, sorprendente; hay pasajes de un extraño y fugaz lirismo, ráfagas de violencia con abrumador empleo de los metales, momentos que suenan a nuevo con los violines divisi... Fue largamente aplaudido cuando subió al pódium; también lo fue la orquesta, espléndida, y Víctor Pablo que dirigió la obra con verdadero entusiasmo.

Otra gran versión de La canción de la tierra (la OSG la hizo por lo menos en otra ocasión) con dos grandes cantantes, muy diferentes entre sí. El barítono Henschel estuvo ya en tres ocasiones. No lo vamos a descubrir ahora: es un grande del canto; no olvidaremos aquel Viaje de Invierno que hizo en el Rosalía, sala ideal para sus características vocales. La voz puede resultar un tanto irregular, pero la multiplicidad de recursos, colores y expresiones es asombrosa. El tenor Vogt tiene una voz muy bella, bien timbrada, de soberbia proyección. Con estos cantantes, una gran orquesta y un magnífico director, la velada sólo podía ser lo que fue: un éxito.

Intérpretes: Klaus Florian Vogt, tenor; Dietrich Henschel, barítono. Orquesta Sinfónica de Galicia

Director: Víctor Pablo Pérez

Programa: . Programa: Octavio Vázquez, Ewiges blaues Nicht (Eterna luz azul); Mahler, La Canción de la tierra