Ramón Pernas (Viveiro, 1952), director de Ámbito Cultural, se ha hecho con el premio de novela Emilio Alarcos Llorach con En la luz inmóvil, un canto a la nostalgia que ayer presentó en Santiago de Compostela.

-¿Es inevitable que salga la nostalgia siendo gallego?

-Yo soy un trabajador de la nostalgia básicamente. La nostalgia forma parte de mi imaginario personal y narrativo. Todos mis libros la nostalgia los encarna de un modo definitivo, pero eso no quiere decir que no apueste claramente por el futuro. Estoy seguro de que cualquier tiempo pasado no fue mejor. Solo distinto. Creo que el mejor está por venir.

-Retrata a una generación, la suya, que vivió y luchó por la democracia y que soñaba, dice, con una 'Arcadia' de 'hombres libres y justos'. Pero no ocurrió así... -Una gran parte de mi generación estuvo muy comprometida y cuando llegó la democracia y se pusieron las bases del estado de bienestar supuso una gran satisfacción, pero el cansancio del socialismo, tras varios años de ejercicio del poder, fue decepcionante. Esa Arcadia se desmonta y queda en nada. Fue un castigo casi bíblico. Nosotros desafiamos a Dios pidiendo maná y cayó una vez. Pero ahora la alternativa al maná son las multinacionales, los mercados, Bruselas. No hay tregua: es una rendición.

-¿El 15-M no supone un nuevo florecer de esa primavera política que usted rememora?

-Saludo el movimiento 15-M. Si tuviera cien años, estaría liderándolo. Falta que ese movimiento se articule. Es como el cocodrilo que está quieto mucho tiempo pero a veces abre la boca y enseña los dientes. Si va a morder después, no lo sé, pero al menos enseña las fauces. Yo espero que esas fauces no sean un anuncio de dentífrico. El 15-M me parece como aire fresco que entra por la ventana.

-Da la impresión de que hay mucho de usted en el libro. ¿Algún ajuste de cuentas también?

-De mí hay varias cosas: hablo como el protagonista, miro con sus ojos y mantengo intactos los afectos que él mantiene, pero nada más. Y me permito hacer ajustes de cuentas con algunas cosas porque no estoy en los circuitos de los escritores que compiten. No hago literatura ni novelas de templarios y vampiros al uso.

-¿Se ve discriminado por ser gallego y escribir en castellano?

-Para nada. Si viviera en Francia, escribiría en francés, y como vivo en Madrid, escribo en castellano. En Galicia tengo todo el pescado vendido. Y sigo asistiendo sorprendido a su desarrollo y a sus contradicciones. Porque Galicia es una contradicción per se. Y todavía me pone.