La Berlinale cerró ayer su desfile de aspirantes al Oso de Oro con Rebelle, un filme centrado en una niña soldado del Congo, acorde con la tónica de un festival abocado a mostrar las lacras y convulsiones del mundo actual. Dirigida por el canadiense de origen vietnamita Kim Nguyen, fue el último grito de alerta de esta Berlinale sobre los dramas humanos que azotan el planeta. Rachel Mwanza en el papel de Komona, la niña a la que capturan con doce años los rebeldes y cuyo "bautizo de fuego" consiste en obligarla a ejecutar a sus padres.

Una película hermosa y de bajo presupuesto, como la mayoría de los 18 aspirantes a Oso que se han visto en esta Berlinale, cuyas quinielas apuntan a una victoria del cine anfitrión, encabezada por Barbara, de Christian Petzold.

Le siguen L'enfant d'en Haut, otra película de modesto formato que tocó fibra y dirigida por la suiza Ursula Meier, y Tabu, del portugués Miguel Gomes, una hermosa historia de amor en blanco y negro en el África colonial.

El jurado dirigido por Mike Leigh, con el director iraní Asghar Farhadi -Oro el año pasado con A Separation, puede optar por las preferencias comunes o buscar su propio filme, de manera que todo pronóstico es aventurado.

La coproducción luso-brasileña Tabú, dirigida por el portugués Miguel Gomes, obtuvo ayer el premio de la Federación Internacional de la Crítica, Fipresci, entre los 18 filmes presentados a competición.

El ídolo de adolescentes Robert Pattinson presentó ayer en la Berlinale la película Bel Ami, en la que seduce a varias mujeres ricas para ascender socialmente, sin poder desprenderse de su aura de vampiro heredada de la saga Crepúsculo. En cuanto a las informaciones de que la autora de la exitosa saga, Stephenie Meyer, está escribiendo un nuevo libro sobre los famosos vampiros, Pattinson expresó su curiosidad sobre el contenido, pero respecto a participar en una nueva adaptación al cine, aseguró: "Creo que para eso ya soy demasiado mayor", dijo el actor, de 25 años.