"Yo he comprobado, che, que los gallegos respiran por el idioma, y que si no lo hablan se mueren de asfixia" ( De El examen, novela de Julio Cortázar escrita en el piso que le cedió Rafael Dieste en Buenos Aires, 1948) A principios de la década de 1940, un joven y prometedor escritor aficionado llamado Julio Cortázar contactó en Buenos Aires con el centro del exilio gallego en Argentina. En él estaban, entre otros, Arturo Cuadrado, Lorenzo Varela, Rafael Dieste y Luís Seoane.

Todos ellos combinaban el activismo político con el cultural y, en torno a sus tertulias, se gestaron no escasos proyectos editoriales. Unode ellos fue la revista Correo Literario en la que, el 15 de agosto de 1944, Cortázar publicó su primer relato, Bruja, cuyas erratas de imprenta causaron una bronca entre Julio y sus editores. El argentino era, incluso antes de dedicarse a la literatura profesionalmente, muy meticuloso en los "asuntos" de linotipia. Ello no fue óbice para que Seoane y Cortázar mantuviesen una emotiva amistad que les procuró una confianza mutua: hasta su muerte, Seoane fue la única persona a la que Julio Cortázar permitía leer sus textos antes de que estos fuesen llevados a la editorial correspondiente.

Cortázar fue, de entre los autores que conformaronel "núcleo duro" de aquel boom de la literatura latinoamericana (con él, Vargas Llosa, Carlos Fuentes, García Márquez, José Donoso...), el que más cercano estuvo de Galicia, a la que visitó varias veces, y de los gallegos, pero en casi todos hubo, en mayor o menor medida, una vinculación que, en algunos casos, llegó a resultar decisiva. Ahora que se cumplen 50 años delboom, conmemoración que se celebra tomando como fecha de referencia comúnmente aceptada la obtención del premio de Narrativa Breve Seix Barral de 1962 por Mario Vargas Llosa con La ciudad y los perros, pertinente será recordar a aquellos editores, artistas, escritores e intelectuales gallegos que tuvieron especial relación con el boom y sus principales autores.

Cuando Cortázar apenas si era conocido en su propio país, el coruñés Francisco Paco Porrúa ( Corcubión, 1922) „que a la par que dirigía Minotauro se había hecho con el cargo de asesor de la también histórica Editorial Sudamericana„ convenció a sus jefes de que volviesen a confiar en Julio Cortázar y publicar su libro de cuentos Las armas secretas (1958) pese al fracaso de ventas con el que se había saldado su libro anterior, Bestiario. Era tal la confianza de Porrúa en el talento de Cortázar que, en 1963, cuando se le mostró un "extremadamente voluminoso" original tampoco dudó un instante a la hora de proceder a dar el visto bueno a su edición a aquella extraña "novela" sin aparentes pies ni cabeza. Su título era Rayuela.

¿Quién es ese García Márquez?

Cuatro años después, cuenta la leyenda que tras que dos editoriales españolas rechazasen el manuscrito, el escritor chileno Luis Harss, amigo común de ambos, le habló por primera vez a Porrúa de Gabriel García Márquezysu "novela rechazada". "¿ Quién es ese García Márquez?", le preguntó el editor a un Harrs que, en respuesta, le hizo llegar unas copias de los manuscritos de La hojarasca, El coronel no tiene quien le escriba y Los funerales de Mamá Grande.

Porrúa quiso hacerse con los derechos de publicación de las tres, pero como todas estaban comprometidas con una editorial mexicana, se quedó con la nueva, la de la leyenda: Cien años de soledad. En una de las últimas entrevistas concedidas por Francisco Porrúa, este confiesa: " Cuando terminédeleer por primeravez Cienaños de soledad pensé que era una obra muy singular y si bien la vi como muy latinoamericana, hoy pienso que es una obramuy del Caribe. Es una muestra de sabiduría regional (...). Por otro lado, siempre noté que en Cien años de soledad (y Gabo lo sabe) falta un cierto intimismo, que sí lo hay en El coronel no tiene quien le escriba como también en Rayuela".

Aunquemadrileñodenacimiento, Gonzalo Losada era hijo de padre y madre gallega. Este Losada fue el fundador en Buenos Aires (1938) de la editorial del mismo nombre cuya nómina de autores contaba, entre otros, con un Ernesto Sábato que en su visita a Santiago de Compostela el 2 de mayo de 2002, para recibir el premio Rosalíade Castrootorgadopor el P E Nde Galicia, pronuncióundiscurso enel que descubrió la, hasta aquel entonces, muy poco conocida relación con Galiciaylos gallegos de la diáspora en Argentina, que resultaron ser prácticamente los mismos que conocía Julio Cortázar y que constituían la histórica tertulia del Café Tortoni: Seoane, Varela, Cuadrado, el pintor Manuel Colmeiroylosmédicos Xosé Núñez Búay Gumersindo Sánchez Guisande.

De entre todos ellos, con el quemayor relación tuvo fue con Lorenzo Varela, a quien trataba de "hermano". También Sábato„quien, al igual que Onetti, aunque no formaba parte de la generación del boom sí estuvo y está considerado uno de sus precursores„ publicó en la revista Correo Literario„unartículo titulado Las dos inmortalidades, el 15 de enero de 1944„ y también, al igual que Julio, sintió gran admiración por aquellos exiliados que se dedicaban en sus charlas, en palabras del periodista Gregorio Ferreiro Fente, "además de llorar derrotas pasadas y nostalgias presentes, proyectar la Galicia del futuro".

En Buenos Aires, Sábato conoció a un Eduardo Blanco Amor al que idolotraba como escritor en castellano, por eso, en referencia a su obra gallega, no acertaba a explicarse "por qué se enredaba tantoconunidiomaque solo podía ser leído por muy pocas personas cuando, si optase por escribir en castellano, se convertiría en una primera figura de las letras hispanas". Juan Carlos Onetti, que compartía con Sábato su condición de precursor delboom, era una de las principales amistades del pintor pontevedrés Leopoldo Novoa en París.

Ambosse habían conocido en Montevideo donde "habían compartido novias", segúnrelató a estediario la viuda de Novoa, Susana Carlsson, quien rememora: " Las visitas de Leopoldo debieron ser de las pocas que, en los últimos años de su vida, postrado en cama siempre con un güisqui o una copa de vino al alcance, aúnresultaban del agradodel escritor uruguayo". Unvisitante asiduo de la casa de Novoa era, cómono, Julio Cortázar, en su etapa parisina de la década de los 70 y los 80. Antes, el creador de "cronopios" yahabía estrechado todavía más sus lazos con Galicia al casarse en 1955 con su primera esposa, Aurora Bernárdez, descendiente de gallegos y hermana del poeta Francisco Luis Bernárdez, a la sazón amigo de Jorge Luis Borges (otro precursor) ycompañerode andanzas en la etapaultraísta delgenial escritor argentino.

En París, el círculo de amistades gallegas de Cortázar se completaba con el poeta José Ángel Valente y el periodista Ramón Chao, padre del músico Manu Chao. En otra editorial con dirección gallega, la Nova de los incansables Luís Seoane y Arturo Cuadrado, Cortázar trabajó durante un tiempo como traductor y, aunque en ella tenía previsto publicar la primera edición de su exitoso libro de cuentos La otra orilla, al final el proyecto no pudo cuajar.