A la espera de recibir las últimas alegaciones y pulir los requisitos que no acaban de cuajar con un mínimo consenso, la nueva Xunta tiene ya entre sus manos la nueva versión de las Normas do Hábitat. Fue una de las medidas estrella del área nacionalista del bipartito durante la pasada legislatura, una de las que levantó más polémica también y una de las armas de la contienda electoral que el PP se comprometió a derogar. La Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Infraestruturas abre las puertas de nuevo a la construcción en la comunidad de estudios de menos de 40 metros cuadrados, la superficie mínima establecida en el anterior decreto. La reforma no entra en las divisiones interiores de la vivienda y borra de un plumazo todas las exigencias constructivas, de reciclaje de aguas residuales, ahorro energético y protección frente a posibles emanaciones de gas radón. El Gobierno gallego cree que cualquiera de estas exigencias supera el objetivo de la normativa sobre habitabilidad y deja su regulación al Código Técnico de Edificación (CTE) del Ministerio de Vivienda, menos rígido en temas de aislamiento y aprovechamiento del agua usada, o a reglamentos futuros más específicos.

¿Qué tendrán, como mínimo, los pisos del futuro en Galicia? Una "estancia", una cocina, un cuarto de baño, un lavadero, un tendal y un espacio de almacenamiento. Esa "estancia" -que la normativa define como un espacio interior habitable, con o sin delimitación- no podrá bajar de los 25 metros cuadrados cuando sea única. Si existen dos -no necesariamente se corresponden con dos habitaciones, pueden ser un dormitorio y un despacho, o un cuarto y una sala de estar-, 16 metros la más grande y 12 la pequeña. El baremo va cambiando en función del número de divisiones.

La exigencia para la cocina es de, al menos, 5 metros cuadrados. Puede ser independiente o integrarse en la estancia mayor, como ocurre en la mayoría de los apartamentos y estudios que se construyen en la actualidad, y con iluminación y ventilación natural directa al exterior. La nueva versión de las Normas do Hábitat mantiene la obligación de incluir un lavadero, aunque con la mitad de dimensiones, de 1 metro cuadrado; y un tendal, del mismo tamaño. La bautizada como "área de servicios" se completa con un lugar de almacenamiento "general" de también 1 metro cuadrado, 2,20 de altura y un fondo de 0,60, y otro de carácter personal, por encima de los 0,80 metros cuadrados.

El cuarto de baño mantiene el mínimo de 5 metros cuadrados. Sólo será obligatorio contar con uno de los aseos si hay más de tres habitaciones. Los sanitarios deberán estar colocados de tal manera que las personas con movilidad reducida puedan usarlos sin problema.

Con estos nuevos parámetros, el tamaño mínimo de las casas cae hasta los 38 metros cuadrados. "La legislación debe buscar un equilibrio entre los limitados recursos (en referencia al "elevado porcentaje" que supone el acceso a un piso en los ingresos de los hogares gallegos) y los requisitos que deben cumplir las viviendas", defiende el borrador del decreto. Por eso la Xunta opta por moderar los estándares de superficies mínimas contempladas en la anterior normativa, en vigor desde el 17 de abril del año pasado.

Medio Ambiente reconoce que las superficies más holgadas significan mayor calidad "en general", pero su intención es que las exigencias a la construcción no "excedan" las "necesidades reales de los futuros ocupantes" que tendrían que asumir "el coste del posible sobredimensionamiento". La teoría del bipartito es que las Normas no tendrían por qué suponer un encarecimiento del piso. "El ajuste de los estándares dimensionales mínimos que esta normativa contempla -dice la Xunta- intenta también compatibilizarlos con las limitaciones de superficies máximas establecidas a nivel estatal por la reglamentación de viviendas protegidas". Como la única aspiración de la normativa es exclusivamente "regular las exigencias mínimas de habitabilidad" y ante "la gran cantidad" de nueva normativa en el sector, el decreto deja fuera las exigencias constructivas y todos los polémicos asuntos del reciclaje de aguas residuales y aprovechamiento energético, además de las medidas para hacer frente a las emanaciones de gas radón del granito. Los sistemas para reutilizar las conocidas aguas grises, las de duchas y baños, desaparecen, al igual que ese 20% más de aislamiento con respecto a la legislación estatal.