La desconfianza sobre el camino que lleva la crisis de deuda soberana en Europa y de nuevo el temor a un empeoramiento de la economía global prolongaron ayer las pérdidas en la mayoría de las bolsas mundiales. La española cayó el 1,61% y el Ibex-35 se situó en el nivel más bajo desde marzo de 2009, cuando la economía española, al igual que otras europeas o no, sí estaba en recesión. En línea con el discurso de la Unión Europea (UE), el Gobierno español descartó que el país corra el riesgo de caer en otro proceso recesivo (dos trimestres consecutivos de decrecimiento económico). Alemania mandó nuevos mensajes al resto de los socios del euro: no a la creación de los eurobonos y no a nuevas ayudas a Grecia si incumple los ajustes y reformas.

El Gobierno de la canciller alemana Angela Merkel, cuyo partido (la coalición democristiana CDU) acaba de cosechar una nueva derrota en el proceso germano de elecciones regionales, elevó ayer el tono sobre las condiciones del rescate a Grecia. En el Parlamento federal (Bundestag), el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, aseguró que el país heleno no recibirá más asistencia si no cumple los compromisos (ajustes y reformas) comprometidos con la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). El siguiente tramo de la ayuda a Grecia está pues en el aire. También el segundo rescate aprobado por la cumbre comunitaria de julio.

Schäuble también ratificó al negativa de Alemania a promover en este momento la creación de los eurobonos, emisiones de deuda conjunta de los países del euro para atemperar la presión de los mercados sobre los estados vulnerables (Italia y España, entre ellos). "Actualmente no se puede renunciar a diferentes tipos de interés y no se pueden compartir los riesgos de crédito", respondió el ministro alemán. La tesis es la misma de mediados de agosto, cuando el anterior temporal en los mercados: sin una apuesta común por la estabilidad presupuestaria, bajo una disciplina severa, Alemania no está dispuesta a arriesgar sus ahora ventajosas condiciones de financiación (compartiendo riesgos ante los inversores con economías más frágiles) ni su Gobierno a asumir el coste político de una decisión tenida por muy impopular entre los alemanes.

La presión sobre España en el mercado secundario de deuda pública se relajó ligeramente. La prima de riesgo (sobreprecio que exigen los inversores para adquirir bonos de un país) bajó a 334 puntos. Según un rumor extendió en el mercado, el Banco Central Europeo (BCE) compró ayer deuda de España e Italia de una forma "agresiva", dentro del plan de auxilio aprobado en agosto para contener las dificultades de ambos países.

El consejo de Gobierno del BCE celebra mañana su reunión mensual en un clima de expectación por conocer si varía la política monetaria europea ante el debilitamiento de la actividad económica. No se espera una bajada de tipos de interés, pero los operadores del mercado sí confían en que se produzca un cambio de tono en el discurso que deje las puertas abiertas a un abaratamiento del precio del dinero si las circunstancias empeoran, como diversos expertos -algunos de ellos, incluso, premios Nobel de Economía- aconsejan desde hace algún tiempo.

El temor a que la economía mundial se encamine hacia la que sería la segunda recesión dentro la crisis que arrancó en 2007 pesó de nuevo ayer en las Bolsas. El Ibex-35 acumula pérdidas del 9,4% en tres sesiones. El índice perdió ayer los 8.000 puntos y está en el nivel más bajo en 17 meses. La banca fue otra vez el sector más castigado en el parqué de Madrid. También en París y Fráncfort, que registraron descensos superiores al 1%. La bolsa de Wall Street, cerrada el lunes por festivo, se sumó a la tendencia bajista y precipitó los descensos de los mercados europeos, que se mantenían en un moderado negativo a la espera del comportamiento del parqué de referencia americano.

El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, trató de quitar hierro a los pronósticos, formulados tanto por esta institución como por el FMI, sobre el riesgo de segunda recesión. Zoellick diferenció: señaló que EE UU puede evitar la recesión, con un ligero crecimiento, pero la UE se enfrenta a un momento "particularmente sensible", por lo que su futuro depende de que sus líderes tomen las "decisiones adecuadas".