La propuesta europea de elevar el capital básico de los grandes bancos parece ser la gota que viene a colmar el vaso de las posibilidades de terminar, finalmente, con la reforma bancaria en España, ante la evidencia de que las nuevas propuestas emanadas de la Cumbre europea crean la necesidad de hacer mayor acopio de recursos de capital para cumplir con Bruselas.

Las reacciones en las últimas semanas de significados banqueros como Ángel Ron, primero, y Emilio Botín, después, justificando la sinrazón de fijar el nuevo listón del capital sobre sus activos ponderados por riesgo y el cómputo de la deuda en el 9%, no parece haber obrado efecto alguno al ser ignoradas por alemanes y franceses, y de no ser defendidos por el jefe del Ejecutivo español, más preocupado en el corro -en privado- con Sarkozy por asuntos -no menos importantes- de orden público.

En cualquier caso, las líneas generales del plan de recapitalización bancaria "consensuado" en la pasada Cumbre, afecta de lleno a las cinco mayores entidades financieras españolas, las cuales deberán cumplir con los nuevos requisitos antes de octubre de 2012. Obligación que está llena de consecuencias presentes y sobre todo futuras, pero que a corto plazo van a afectar al cierre definitivo -y no en falso como pretendió el Banco de España a finales de septiembre- de la reestructuración del sector financiero, de la solución definitiva a las cajas de ahorros. Porque sigue aún pendiente la adjudicación final de la CAM -la tristemente "peor de lo peor" como la definiera y condenara el gobernador del Banco de España- como también permanecen pendientes otras entidades que han solicitado una prórroga del supervisor para allegar capital privado, sin que hasta la fecha se haya podido completar, en ninguno de los casos pendientes, el proceso de capitalización necesario.

Y así, con las nuevas exigencias del plan europeo -9% de capital sobre activos- difícil será que aspirantes a la CAM como Santander, BBVA, Sabadell y otros, puedan llegar a hacerse con la caja alicantina (nacionalizada). De esos corros ha salido la opinión de que la resolución de los flecos pendientes de la crisis bancaria española se ha dejado para el peor momento, de que en las condiciones de mercado la confianza de un grupo inversor privado, empresarial o financiero, para adquirir el capital de una de las entidades de ahorro en "subasta", parece poco menos que imposible. En este sentido, no se descarta que la recuperación de la vieja idea de "un banco malo", propuesta por Jaime Guardiola, consejero delegado del Sabadell, sea considerada como una alternativa a tener en cuenta en la actual coyuntura.

Finalmente, puede parecer un contrasentido que unas entidades financieras como las españolas, aún pendientes de completar el nivel de capital exigido por el Banco de España (entre el 8% y el 10%) tras la última reforma, se vayan a enfrentar ahora a una nueva exigencia de capital (del 9%) pero con distintos criterios, al mismo tiempo que pujan por las entidades nacionalizadas. Y en este punto el Banco de España, o bien termina por entender que debe unificar, de una vez, las definiciones de capital de máxima calidad utilizadas en el resto de Europa, o piensa en otra salida para las nacionalizadas distinta a la que exige que sean las propias entidades españolas (Santander, BBVA, Sabadell y demás) las que tengan que "cargar" con las nacionalizadas.