Los representantes de los cuatro sindicatos que ayer comparecieron en la comisión parlamentaria que investiga la gestión de Caixa Galicia y Caixanova, su fusión y su posterior desaparición dejaron claro que los empleados de ambas entidades recibieron "presiones tremebundas" para vender participaciones preferentes entre su clientela de forma masiva. Por eso les sentó tan mal testimonios como el del exdirector general de Caixa Galicia, José Luis Méndez, quien responsabilizó a los trabajadores de la colocación entre minoristas sin conocimientos financieros.

Para los sindicatos no hay mejor prueba de que los empleados desconocían la complejidad del producto que la cantidad de ellos que las colocaron a su círculo cercano. "Las presiones eran tremebundas", se quejó Julián Valiente, de CCOO, molesto con el uso del personal como "escudo humano" del problema. El "ámbito objetivo" para la comercialización era "cualquiera que entrara por la puerta". Hasta 38 campañas con productos diferentes llegó a mantener a la vez Caixa Galicia. "A las ocho de la mañana había un examen sobre su colocación, a las once preguntaban cómo iba, a las dos otra vez y por las tardes igual", recordó. Un relato calcado al de Clodomiro Montero, que acusó a Méndez de "cesar" a 600 trabajadores "conocedores del negocio de verdad" para en 2005 implantar "su plataforma comercial". "Un modelo que aprobó la CECA y por el que cayeron las entidades", critica el responsable de banca de la CIG.

"Eran la única fuente de capital para financiar la expansión", recordó Xosé Ramón del Pliego, de UGT, que advirtió "en su despacho" a José Luis Pego, el que fue director general de Caixanova de lo que podía ocurrir. "Me dijo que personalmente lo revisaría", añadió.

"Queremos dejar claro nuestro apoyo a todos los compañeros. Más allá de las presiones, que las hubo -sostiene Luis Paz, de Csica-, ninguno de ellos sabía la deriva en una situación tan perjudicial". Él insistió en el impacto creado para "familias y amigos". "Yo sé casos -apuntó también Del Pliego- de gente que no puede comer con su familia".

Por todo esto, las cuatro formaciones sindicales no ahorraron críticas contundentes a los antiguos responsables. Y la mayoría se apuró a destacar sus votaciones en contra de la gestión, y a veces de las cuentas, en las asambleas generales. "La falta de transparencia era enorme", reprende Valiente. El representante de CCOO asegura que Julio Fernández Gayoso le negó información sobre los contratos a su sindicato al alegar: "Son temas privados". "En 2005, Méndez intentó lanzar cuotas participativas e incluso el director xeral de Política Financeira García Lalinde se molestó por nuestra protesta -señala Montero, de la CIG-. Como ocurrió en la CAM, con un valor cero, la estafa aquí sería todavía mayor".

Los sindicatos culparon además a los gestores pero también a Banco de España, CNMV, Comisión Europea y la Xunta de la triste evolución de Novacaixagalicia y todos advirtieron que tanto PSOE como PP, los dos con responsabilidades en la reestructuración financiera, querían privatizar el sector de las cajas. Las centrales recordaron además que su apoyo a la fusión era condicionado a la retirada de los gestores de ambas entidades.