La subida de los recibos de la luz y el gas registrada desde que la crisis empezó a dejarse sentir en la cifra de negocio de las empresas gallegas ha sido imparable, tanto como el aumento de las cifras de paro. Y estos dos fenómenos paralelos dispararon hasta el 17% el promedio de gallegos con un gasto energético doméstico desproporcionado; o lo que es lo mismo, que destinan más de un 10% de sus ingresos anuales al pago de luz y gas. Así lo revela el estudio La pobreza energética en España de la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA), presentado ayer en Madrid, y que cifra en 455.000 los gallegos que soportan semejante gasto energético. La tasa de la comunidad es un punto superior a la registrada en el conjunto del Estado y supera en diez puntos la de 2007. De hecho, entre ese año previo al inicio de la crisis y 2012, el número de usuarios gallegos con un gasto energético desproporcionado se multiplicó por más de dos, con un incremento del 134%.

El estudio atribuye el incremento del peso de la energía en los gastos domésticos al aumento del paro, pero también refleja que los costes suelen ser mayores en las zonas menos pobladas y advierte de que entre 2010 y 2012, la tasa de los hogares con un gasto desproporcionado aumentó un 34% en España, un país donde, al igual que en Galicia, el coste medio en servicios domésticos de energía ronda el 6% de los ingresos familiares anuales.

A la vista del informe, y aunque para el 17% de las familias gallegas, la energía sea casi un lujo, son muchos menos los que se retrasan o no pagan los recibos de servicios básicos, situación que afecta a un 4% de las familias, aunque esta proporción aumentó un punto respecto a 2007. Aunque Galicia es la octava comunidad con más incidencia del gasto desproporcionado, se sitúa como la sexta por la cola entre quienes más se retrasan.

El informe retrata la pobreza energética -que se disparó un 19% en España en tan solo dos años- apoyado en dos indicadores, las familias que tienen un gasto desproporcionado y aquellas que confiesan no ser capaces de mantener su casa a una temperatura adecuada, tanto en invierno como en verano y sostiene que uno de cada tres hogares españoles afectados por el paro la sufre. En el caso gallego, ambos indicadores coinciden, sobre todo en invierno, y 18 de cada 100 familias reconocen no poder permitirse tener su casa caliente, lo que sitúa a Galicia como la sexta comunidad con una mayor tasa de pobreza energética -curiosamente por detrás de cuatro con temperaturas invernales más cálidas (ver gráfico)- y con una tasa superior en un punto a la media española. En cabeza se sitúan las dos ciudades africanas, Ceuta y Melilla, donde un 34% de los hogares pasa frío en su propia casa. Le siguen Murcia (32%), Andalucía (31%), Comunidad Valenciana (26%) y Castilla-La Mancha (22%). La situación, sin embargo parece haber mejorado ligeramente en comparación con 2007, cuando el porcentaje de gallegos incapaces de calentar sus hogares era 0,7 puntos mayor. La tasa se reduce además al 7% de los hogares cuando se les pregunta si se pueden permitir tener su casa a una temperatura "adecuada" en invierno, una proporción claramente inferior (casi cuatro puntos por debajo) al dato de cinco años atrás.

Curiosamente, el porcentaje de familias que en Galicia asegura no poder mantener su casa fresca en verano también es elevado, de un 14%, un promedio once puntos inferior al de cinco años atrás, y que sitúa a la comunidad como la cuarta de las españolas por la cola.

ACA sostiene en su estudio que al menos 17 de cada cien hogares gallegos sufren goteras, humedades o "podredumbre", un promedio que se redujo en 10 puntos en comparación con antes de la crisis, pero que aún así convierte a la comunidad como la quinta de España con más problemas de insalubridad doméstica, más acentuada en las zonas con menos población.

El informe realiza una estimación de las muertes prematuras que provoca la pobreza energética y establece que en Galicia -con un aumento de la tasa de mortalidad derivada del invierno del 20%- ascendió a entre 200 y 600 personas entre 1996 y 2011. En todo el mundo causa 7.000 fallecimientos.

En la presentación del dictamen, Sergio Tirado Herrero, director académico del estudio, y José Luis López Fernández, uno de sus autores, propusieron considerar nuevas dimensiones de pobreza como la iluminación o la cocción de alimentos, que ahondarían en la "desconexión, riesgo de aislamiento y estigmatización por el resto de la sociedad".