Bruselas ha visto las orejas al lobo. El más que anunciado repunte de los mercados europeos, con una aceleración económica en los próximos años si no surgen inconvenientes en forma de deflación -el FMI mejoró las perspectivas de crecimiento en la UE del 1,4 al 1,7%-, puede no ir acompañado de una capacidad suficiente de medios para su transporte por carretera. Un sector que mueve tres cuartas partes del mercado interior de mercancías, tiene un volumen de negocio anual de 300.000 millones y representa alrededor del 2% del PIB de la UE.

La visión ofrecida por un informe encargado por el comisariado europeo de transportes, a cuyo frente está Siim Kallas, es muy preocupante de cara al futuro. Por un lado destaca la "escasez de conductores, que constituyen una población envejecida". También se refiere al transporte por carretera como "una profesión que ya no se considera atractiva porque las condiciones de trabajo resultan difíciles y los estados miembros no aplican unas disposiciones sociales coherentes". Además, el informe puso el dedo en una llaga que no termina de cerrarse: cerca de la cuarta parte de los camiones que circulan por las carreteras de los países de la Unión Europea van vacíos, lo que supone un coste económico y ambiental inasumible.

El peor punto de partida posible para afrontar la recuperación después de la sangría que supuso para el sector el prolongado periodo de crisis económica. La disminución generalizada del consumo de bienes, el alza de los precios de los combustibles y las restricciones del crédito provocaron un progresivo envejecimiento de la flota y una auténtica escabechina entre sus profesionales. El sector llegó a sufrir caídas -en toneladas por kilómetro- en el transporte internacional de hasta el 12%, como ocurrió en 2009. Las consecuencias son que se quedaron miles de empresas por el camino y la antigüedad de la flota aumentó considerablemente.

Una situación que en el caso de España se puede complicar todavía más si el Gobierno aprueba el borrador de orden que pretende limitar la entrada al sector del transporte y exigir la posesión de un mínimo de tres camiones para poder operar.

El comisario Kallas, advirtió de que la situación del transporte por carretera tiene mucho que mejorar. Y no solo por la propia rentabilidad de las empresas involucradas -pierden alrededor de 50 millones de euros anuales por las restricciones que aplican los propios países de la UE-, sino por los elevados costes ambientales que supone.

Los resultados de este informe, sin embargo, no sorprenden entre los profesionales del sector, que señalan que solo había que preguntar para saberlo. "Es una situación que se conoce desde hace mucho tiempo, pero a la que ningún Gobierno quiso prestar atención", señalan.

"Los recorridos en vacío son históricos y, en muchos casos, producto del desequilibrio de la balanza comercial entre los diferentes países", apuntan, y añaden que el transporte por carretera está muy especializado, lo que dificulta aprovechar los viajes. Hay vehículos cisterna para mercancías peligrosas, para productos alimentarios, frigoríficos, de transporte de vehículos...

"Es muy fácil que con algunos tipos de mercancías se regrese en vacío, porque en el origen no hay esa demanda y son camiones que solo están preparados para llevar un tipo de productos", explican. "Resulta muy complicado que un camión que transporta coches de exportación a otro país europeo, encuentre ese tipo de carga con destino a España", ejemplifican.

Otra cuestión es el transporte de cabotaje -cuando lo realiza un conductor en un país distinto al de su licencia- en la mercancía general, que es el que facilitaría cierta rentabilidad para que los camiones no viajaran vacíos. Aquí es donde surgen los problemas en forma de restricciones. En este tipo de transporte los más perjudicados son los países del centro de Europa, lo que explica que "al principio Bruselas tratara de liberalizarlo, posteriormente se recortara y más tarde se acotara". Actualmente, para que un transportista que viaja a otro país pueda volver cargado es necesario que el conductor acredite documentalmente el viaje previo y cumplir con numerosos requisitos, entre ellos que el plazo de tiempo desde la descarga no supere la semana. Además, dependiendo de cada estado, pueden plantearse trabas a la circulación por la existencia de normas internas. Toda esta burocracia es la que termina por frustrar la vuelta de los camiones cargados, burocracia que ha sido desarrollada por las propias administraciones para proteger a sus propios sectores. Y ahí es donde quiere intervenir Bruselas. Una nueva vuelta de tuerca a la liberalización después de tres intentos frustrados.