El presidente de la multinacional textil coruñesa Inditex, Pablo Isla, capitaneará el próximo martes la junta de accionistas del grupo justo el día en que cumple cinco años como el máximo ejecutivo de la compañía, un puesto al que llegó el 19 de julio de 2011 después de que su predecesor, Amancio Ortega, le eligiese para asumir el bastón de mando. El relevo al timón de la principal empresa de Galicia se realizó con total naturalidad y con la habitual discreción con la que se gestiona todo en la compañía de Arteixo, y apenas supuso cambios en el funcionamiento interno de la sociedad. De hecho, Isla ya era, desde su llegada al grupo en 2005, la cabeza visible de Inditex.

La compañía mantuvo en este lustro, pese al cambio de inquilino en la presidencia, el rumbo marcado en los ejercicios previos y siguió con velocidad de crucero en el crecimiento de todas sus cifras económicas, lo que supone la consecución de los deseos de continuidad expresados en su día tanto por el fundador del grupo como por su sucesor tras anunciar el traspaso de poderes.

Amancio Ortega comunicó en enero de 2011 a la plantilla de Inditex su decisión de dejar la primera línea del gigante de Arteixo y de ceder el testigo a Isla con la "tranquilidad" y "seguridad" de que era "lo mejor para el futuro de la compañía". "Esta nueva etapa, que en realidad se ha iniciado en los últimos años, mostrará el camino del futuro, será la combinación de la juventud y la experiencia que, con responsabilidad y profesionalidad, llevan a hacer bien las cosas", aseguraba en una carta -la segunda que enviaba a los trabajadores tras otra de 2001 en la que les comunicaba la salida a Bolsa del grupo- el ahora segundo hombre más rico del mundo.

Una juventud y experiencia que atesoraba Isla a su llegada a la presidencia del gigante textil. Con solo 47 años, este abogado de formación ya había ocupado distintos puestos en la Administración pública y cargos de responsabilidad en firmas como Banco Popular y Altadis, justo antes de incorporarse a Inditex en 2005, donde fue vicepresidente y consejero delegado hasta que asumió la presidencia. En su discurso en la junta de accionistas en la que accedió al cargo se mostró notablemente emocionado y aseguró que asumía la misión de dirigir la multinacional textil con "ilusión, responsabilidad y mucho agradecimiento" por la confianza que había depositado en él Amancio Ortega. Pero en sus primeras palabras como máximo responsable de la compañía también dejó claro que la línea a seguir ya estaba marcada y que el rumbo futuro de la compañía apenas iba a variar de la fórmula del éxito que había funcionado hasta ese momento. "Este nombramiento es la culminación de un proceso que se inició con la salida a Bolsa hace diez años, que es la profesionalización de la compañía. Es un proceso continuo. Hoy no marca ninguna ruptura", remarcó hasta en dos ocasiones ese 19 de julio de 2011 el nuevo presidente de Inditex.

Y la evolución en estos últimos cinco años de la empresa fundada en 1963 por Amancio Ortega y Rosalía Mera en un garaje de A Coruña le da la razón. La firma con sede en Arteixo mantuvo un crecimiento imparable en todas sus cifras de actividad con una expansión comercial centrada sobre todo en el mercado asiático y en la apuesta por la venta online.

La facturación de Inditex pasó en cinco años de los 12.527 millones de 2010 a los 20.900 del año pasado, lo que supone un repunte del 67%. Por zonas geográficas, Europa (sin España) pasó de concentrar el 45% de las ventas al 44%, España del 28% al 18%, América del 12% al 15% y Asia, del 15% al 23%. Mientras, los beneficios aumentaron casi en igual medida que los ingresos en este lustro, un 66%, de los 1.732 millones de 2010 a los 2.875 millones del pasado ejercicio.

Esta mejora de los resultados se produjo, en parte, por la expansión del negocio con la apertura de tiendas y la entrada en nuevos mercados. El gigante textil de Arteixo pasó en cinco años de estar presente en 77 países a rozar los 90 (88) y su red de establecimientos subió desde los 5.044 puntos de venta de antes de llegar Isla a la presidencia a los 7.013 de cierre de 2015, lo que supone un alza del 40%.

Este crecimiento de la presencia internacional estuvo acompañado por la construcción y ampliación de varios centros logísticos y de la contratación de miles de profesionales para poder atender la mayor actividad de la multinacional coruñesa. En este lustro Inditex pasó de tener en plantilla a 100.138 trabajadores a rozar los 153.000, un incremento del 53%.

A esta expansión de la red comercial por todo el mundo, el grupo fundado por Amancio Ortega suma la de la venta online. A la llegada de Isla a la presidencia solo Zara y Zara Home vendían por internet, al cierre de 2015 lo hacían todas las enseñas y el grupo tenía operativas las tiendas virtuales en 29 países, una cifra que ya aumentó en lo que va de año pues en abril Inditex concluyó un plan para llevar las webs de todas las marcas del grupo a todos los países de la UE.

Aunque el grupo de Arteixo no suele dar cifras sobre el peso que tiene el negocio virtual en su facturación, los ingresos por este canal de venta rondan los 1.000 millones, según los resultados de las firmas del conglomerado empresarial que gestionan la comercialización a través de internet.

Esta buena evolución del negocio de Inditex desde que Pablo Isla es su presidente provocó también que los inversores le hayan mostrado su apoyo en los últimos años. El grupo fundado por Amancio Ortega pasó de una capitalización de 34.925 millones a cierre de 2010 a 98.766 millones a finales del año pasado, lo que equivale a una revalorización del 183%.

Isla, sin embargo, no quiere ser el centro de los halagos por la buena evolución de la textil y repite con insistencia que la clave del éxito de la compañía está "en la pasión, compromiso y esfuerzo" de las miles de personas que integran Inditex, una empresa que, sostiene, trabaja "como si fuese pequeña" y "que respira Amancio Ortega por todas partes", en un claro guiño a su mentor y al modelo de éxito que empezó a gestar allá por el año 1963, cuando el empresario no llegaba ni a la treintena e Isla aún no había nacido.