La encuesta del IGE muestra también la paradoja en la que vive el sector comercial. El pequeño negocio admite que las grandes áreas comerciales resultan, en general, beneficiosas para los consumidores, pero también considera que su funcionamiento le perjudica en su actividad.

Así, un 57,3% de los encuestados sostiene que la apertura de los centros comerciales supone una ventaja y reporta beneficios para los clientes, porcentaje que sube al 68,7% entre los que piensan además que la libertad de horarios es buena para los consumidores y para estimular la competencia.

Pero al mismo tiempo, el sector advierte de las repercusiones que para el pequeño negocio tienen las grandes áreas. Por ello, el 69% está a favor de mantener las restricciones para la apertura de nuevos centros comerciales, una condición que consideran buena para el comercio de proximidad.

En Galicia, mientras que las superficies menores de 2.500 metros cuadrados gozan de libertad de horarios, las de mayor tamaño están sujetas a los límites que marca el Ejecutivo autonómico. Y lo mismo sucede con las grandes áreas, que antes de abrir necesitan superar un largo y complejo trámite en el que se valora el impacto socioeconómico sobre la zona, las vías de acceso, el aparcamiento, la existencia de transporte público y el planeamiento urbanístico.