La adquisición de Elaborados Metálicos SA (Emesa), con sede en Coirós (A Coruña), por la compañía madrileña -pero de origen andaluz- Grupo SOIL está a punto de cumplir un año y las cifras de actividad de la firma gallega de construcción de estructuras metálicas singulares distan mucho, con una clara mejoría, de cuando dependía del grupo Isolux Corsán. Sólo la cartera de pedidos de la factoría coruñesa se ha multiplicado por más de seis en apenas un año -la venta se cerró el 28 de octubre-, al pasar de los tres millones de cuando se selló la operación a los actuales 20 millones.

Al hacerse con Emesa, Grupo SOIL buscó reforzar la eficiencia y productividad de la compañía y una de sus apuestas estratégicas fue el lanzamiento de una línea de negocio para la construcción de módulos para el sector energético, un sector en el que ya ha logrado un contrato para fabricar una planta modular para el tratamiento de lodos destinada a la industria petrolífera.

La compañía dirigida por Luis Mingo sumó a la ampliación de las líneas de negocio la internacionalización, al conseguir proyectos en países como Bélgica, Francia, Malta, Qatar o Argelia. De hecho, entre las principales obras en las que participa actualmente están la ampliación del puente de Rande (Vigo), la estación de tren de Utrech (Holanda), el puente de Brujas y el de Massenhoven, estos dos últimos en Bélgica.

Este crecimiento de la actividad en el último año lleva aparejado además un cambio total en lo que a la situación de la plantilla se refiere. El año pasado el personal de Emesa -formado por unos 70 trabajadores- se encontraba inmerso en un expediente de regulación de empleo (ERE) temporal y actualmente la fábrica da trabajo directo a más de 120 profesionales, una cifra que Grupo SOIL prevé elevar en 2017 según aumente la cartera de pedidos.