La solicitud del permiso que Ferroglobe acaba de cursar a la Xunta para poder desbloquear y vender sus centrales al fondo canadiense Brookfield destaca que lo que reclama ahora es en realidad que las centrales vuelvan al estado original, previo a 1992. Incluso el estudio jurídico encargado por la multinacional a dos catedráticos de la Universidade de Santiago parte de esa premisa, que las concesiones de los saltos de agua no estuvieron hasta entonces vinculados con la actividad de las ferroaleaciones. La plantilla, sin embargo lo discute y advierte que revertir los ríos a su estado natural significaría dar a la moviola histórica más de cien años para atrás, cuando los ríos Xallas y Grande empezaron a producir electricidad para las fábricas y perdieron su aspecto natural. Ayer reiteraron este argumento ante el conselleiro Francisco Conde.

El germen de lo que es hoy la fábrica de Cee se construyó en 1989, y la primera central hidroeléctrica, creada específicamente para abastecer esta fábrica y la que posteriormente se levantó en Dumbría, data de 1903, hace ahora 114 años. Veteranos de Ferroglobe recuerdan que hasta hace poco menos de 50 años, las fábricas de ferroaleaciones y las centrales funcionaban en sistema aislado, de forma que las factorías sólo producían cuando los embalses tenían agua y los hornos volvían a arrancar tras el verano, cuando había cierta seguridad de que un nuevo periodo de estiaje obligase a pararlo, y asumir elevados costes. Carburos Metálicos, a la que Villar Mir compró las fábricas y las centrales en 1992, solicitó la construcción de los saltos de agua y los embalses para mantener la actividad, como ocurrió en Barcelona, con el mismo modelo de actividad vinculada que existe en otros países, también de Europa.