El Banco Santander prepara una ampliación de capital de 5.000 millones de euros para hacer frente a la posible compra del Banco Popular, cantidad que supera con creces los 1.334,6 millones de capitalización con los que cerró ayer la sesión bursátil, según confirmaron a Efe fuentes financieras. Por ello, la entidad que preside Ana Patricia Botín ofrecería una prima a los accionistas y reservaría una buena parte para asumir las cuantiosas provisiones que el Banco Popular necesita para sanear su exposición al ladrillo.

Las mismas fuentes indicaron que el Santander podría estar reservando fondos ante los posibles litigios de accionistas que acudieron a la macroampliación del verano de 2016, con la que el Popular captó 2.500 millones.

Si la operación fructifica, el Santander alcanzaría un volumen de activos próximo a los 471.000 millones de euros y arrebataría a Caixabank el liderazgo en España.

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Ana Patricia Botín siempre admiró el negocio de pymes del Banco Popular y consideró que la compra de esa entidad podía ser una buena oportunidad para el Santander, según fuentes financieras.

De llegar a buen puerto, se trataría de la primera operación corporativa de Botín desde su llegada a la Presidencia del Banco Santander en 2014 y una apuesta por España, después de que Brasil y Reino Unido pasasen a ser los motores del grupo.

El Banco Santander, junto a BBVA y Bankia, estaba interesado en el Popular, por lo que su apuesta por la entidad no sorprende al mercado. Además, el grupo que preside Botín cuenta con el respaldo de los inversores para realizar una ampliación de capital de este volumen, pese a que hace apenas dos años ya captó 7.500 millones.

A pesar de su exposición inmobiliaria, con más de 40.000 activos valorados en unos 38.000 millones por retasar, el negocio minorista del Popular, centrado en las pymes y en el que cuenta con una cuota de mercado del 17%, siempre ha sido muy valorado por el resto de sus competidores. El negocio puramente bancario del Popular generaba hasta hace muy poco unos 1.000 millones.

En el mercado se daba por hecho que solo una gran entidad española tenía capacidad de apostar fuerte por la entidad presidida por Saracho dada su alta exposición al ladrillo y necesidad de provisiones. No obstante, la compra por parte de una entidad española, aunque llevará aparejados ajustes de plantilla y sucursales, permitirá importantes sinergias y la generación de créditos fiscales que hagan más fácil la operación.

La entidad se encontraba limpiando su balance de activos poco estratégicos y está preparando junto con KPMG un paquete de activos inmobiliarios de más de 1.500 millones de euros, según fuentes del mercado. Hasta ahora, la entidad se ha deshecho de su filial Popular Servicios Financieros, vendido a Abanca el pasado 2 de mayo por 39 millones de euros, así como de su participación del 2,86% en la sociedad de inversión inmobiliaria Merlin Properties por 143,8 millones, el 17 de mayo. El pasado jueves anunció la venta a su socio Credit Mutuel del 48,98% que mantenía en Targobank por 65 millones de euros, a lo que siguió, el lunes, la salida de la entidad francesa del consejo de administración del Popular, en el que posee cerca del 4%, que podría haber vendido ya.

Mientras, la entidad presidida por Saracho prosiguió ayer su tortuosa trayectoria bursátil con una caída adicional del 6,21% que, aunque más suave que las de días precedentes, supuso que la entidad liderara una jornada más los descensos en el índice selectivo Ibex-35 y que en el mercado continuo sólo fuese rebasado por OHL, que cedió un 6,78%.

Tras la depreciación de ayer (que llegó a acumular un descenso del 11,24% en el peor momento de la jornada), la acción del banco se situó en 0,317 euros, con lo que el Popular apenas vale 1.330,4 millones, la mitad que hace una semana. Hace un decenio llegó a valer 20.000 millones.

Las agencias de calificación de riesgos Moody's (por segunda vez desde abril) y DBRS rebajaron los rating del banco y los dejaron en perspectiva negativa.

Todo esto suma zozobras a un mercado muy nervioso sobre el futuro del que en los años 80 y 90 llegó a ser uno de los bancos más rentables del mundo. La alta dirección de la entidad -sin presencia de Saracho- mantuvo ayer una reunión (en principio, ordinaria) con responsables del Banco Central Europeo de la que nada trascendió.