Al poco tiempo del cierre de los colegios electorales, los primeros sondeos a pie de urna proyectaban un inesperado espejismo: la proyección de voto catapultaba sobre todo a Unidos Podemos, que se disparaba en número de diputados a costa de un PSOE que se hundía, al igual que Ciudadanos, mientras que el PP a duras penasresistía. Los sondeos daban así alas a las encuestas que en los últimos días daban por seguro el asecnso de la fuerza morada a la segunda plaza, consumando el sorpasso sobre los socialistas. El espejismo no duró. El recuento de votos arrojaría apenas un par de horas más tarde una realidad diametralmente distinta.

Poco antes del cierre de los colegios, cuando los datos de participación avanzaban una alarmante abstención que finalmente no se produjo, los analistas se preguntaban a quién perjudicaría. Muchos apuntaron a la izquierda. Abstención aparte, lo cierto es que una de las claves de estas elecciones que las encuestas y sondeos no supieron interpretar es que una parte del electorado que Podemos movilizó el 20-D parece haberse retractado.

No ha comparecido en este 26-J, que deja entrever una grieta de desencanto en la espectacular irrupción de la formación de Pablo Iglesias hace unos meses.

Esta deserción electoral es fácilmente contatable en la radiografía del voto.

A nivel estatal, el PP olgra casi seisceintas mil papeletas más que en el 20-D, pero se observa un claro trasvase de voto desde Ciudadanos, que pierde cuatrocientos mil votantes. El PSOE logra más de cien mil votos menos que en diciembre pasado, pero en este caso no hay vasos comunicantes con Unidos Podemos, que se deja más de un millón de votos en seis meses. La mayor sangría y la verdarea clave de estas elecciones.

En Galicia, donde el PP es el único que gana votos (33.000 más) se percibe también el trasvase desde el partido de Rivera, que baja en 18.000. Por el contrario, los 11.000 que perdió el PSOE y sobre todo los 30.000 que se dejó el BNG no fueron a parar a En Marea, como ocurrió en buena medida en las pasadas elecciones. La coalición gallega, a quienlos sondeos a pie de urna pronosticaban un diputado más, sufrió sin embargo la mayor fuga de votantes, con 67.000 menos. Y obtuvo un congresista menos, que cedió a los socialistas, que recuperan así la segunda plaza en el ámbito autonómico.

El retrato se repite en la ciudad de A Coruña, donde el PSde G recuperó parte del terreno perdido y logró dos mil votos más que el 20-D. Los algo más de tres mil votos que ganó aquí el PP se corresponden aproximadamente con los dos mil que emigraron de Ciudadanos. No hubo mudanza sin embargo a En Marea de los mil votos que se dejó el BNG. La marca Marea, pese a ser aún segunda en el podio coruñés, sufrió también en su feudo de origen el mayor castigo: ocho mil votantes menos. Una parte considerable de ese electorado que el fenómeno Podemos y En Marea galvanizó en las primeras elecciones generales2015 ha vuelto a la abulia. Alguien deberá reflexionar por qué.