No es fácil jugar a futurólogo y quizás lo mejor sea imaginar cómo me gustaría que fuera nuestra ciudad dentro de quince años. Para empezar, no debería perder ese espíritu abierto, tolerante y progresista que ha sido su seña de identidad durante tanto tiempo. Pero también que hubiera dado un paso adelante en ser una ciudad más amable para los coruñeses, reduciendo el tráfico, apostando por la peatonalización y el transporte público y mejorando los servicios y equipamientos sociales. En el ámbito de la sanidad, me gustaría que A Coruña mantuviese su compromiso por estar a la vanguardia, por ser un referente en muy diversas áreas y porque la medicina pública siga ofreciendo las máximas prestaciones a los ciudadanos. Soy optimista, creo firmemente que A Coruña tiene futuro.