A Coruña celebró un año más su victoria sobre los ingleses en 1589 con la tradicional batalla naval pirotécnica, un espectáculo que congregó a 115.000 personas en el entorno del paseo marítimo, a pesar de que se cumplieron las previsiones de lluvia durante la noche.

Había ganas de contemplar el enfrentamiento que lideró María Pita al grito de "quien tenga honra, que me siga" y que otorgó la libertad a la ciudad, y la empresa Ricasa €con Ricardo Caballer al mando€ condensó en 22 minutos todo un hito de la historia con fuegos de todos los colores, disparos cruzados y una amplia variedad de explosivos acuáticos que, como siempre, fueron los más aplaudidos por el público.

Las luminarias comenzaron a las 23.00 horas, organizadas mediante nueve ordenadores sincronizados que dieron más de 2.500 órdenes de fuego. Los explosivos se lanzaron desde tres enclaves distintos: las Esclavas, la Domus y la finca de los Mariño, en la zona del Matadero, alternando los disparos de un lado a otro y llenando de luz la bahía coruñesa. A medida que las tropas de María Pita doblegaban a las de Francis Drake, los fuegos de artificio crecían en intensidad. Entre la pirotecnica disparada hubo carcasas de gran altura, monotiros, ruedas y candelas de una amplia gama de colores, algo de lo que presumía Ricardo Caballer anteayer: "Va a ser algo diferente a lo que se ha visto hasta ahora". Y así fue.

Al terminar el espectáculo, con la traca final de cohetes, el público estalló en aplausos y silbidos, no solo por la recreación en sí sino también por el orgullo que suscita la historia de María Pita entre los coruñeses.

La lluvia fue lo único que deslució el acto. Desde las primeras horas de la tarde, el agua comenzó a caer sin apenas tregua en A Coruña y obligó a los asistentes a resguardarse en los soportales y a portar paraguas consigo. A pesar de esto, la batalla se desarrolló según lo previsto y no tuvo lugar ningún incidente.

Antes de comenzar los fuegos de artificio, la banda Modestia Aparte ya había puesto la nota festiva con su concierto, que comenzó cuando rondaban las 22.30 horas. El grupo madrileño iniciaba la programación musical de la noche, que continuaría, una vez terminada la batalla naval, con Nacha Pop y La Unión y que se convirtió en un homenaje a la música española de los años ochenta. Modestia Aparte repasaron algunos de sus temas más reconocidos, entre los que no faltaron Mi generación, Cosas de la edad o Cómo te mueves, que fueron coreados por toda la multitud.

Con el parón para los fuegos artificiales, los siguientes en subir al escenario que se montó entre Salesianos y la calle Sol fueron los componentes de Nacha Pop, sin su emblemático líder Antonio Vega €fallecido el 12 de mayo de 2009€ pero con un repertorio que conocían la mayoría de los asistentes, a pesar de que había mucha gente joven. Nacha Pop, uno de los grupos míticos de la movida madrileña de los ochenta, honró la memoria de Antonio Vega con algunos de sus temas más afamados: Chica de ayer y Lucha de gigantes no podían faltar en este concierto, denominado como Max-mix de los ochenta.

Otros que triunfaron en aquella época y que no podían faltar en esta cita nostálgica eran Rafa Sánchez y los suyos, La Unión, viejos conocidos de las fiestas de María Pita, donde han actuado varias veces. El grupo de Madrid fue el encargado de poner el colofón a una noche de música y pirotecnia que ya constituye un clásico en los festejos veraniegos de la ciudad y que congrega cada año a miles de asistentes. Lobo hombre en París, Vuelve el amor y Falso amor €esta última, una versión del Tainted love escrito por Ed Cobb que popularizó Soft Cell€ fueron las canciones más aclamadas del recital.