El periodista Pedro José Ramírez, más conocido coloquialmente como Pedro Jota (igual que algún malvado personaje de los culebrones) dedica una de sus extensas homilías dominicales en El Mundo a las recientes declaraciones de Felipe González en las que reconocía que aún dudaba de si habría actuado bien al negarse a volar a toda la cúpula de ETA cuando estaba reunida en Francia. Y aprovecha la ocasión para hacer un análisis psiquiátrico del ex presidente del Gobierno, al que compara con Raskolnikov, el protagonista principal de la conocida novela del escritor ruso Dostoievsky Crimen y Castigo. Según Ramírez, la conducta de González al ordenar el asesinato de militantes de ETA por medio de los mercenarios del GAL (extremo este que da por probado) es similar a la de Raskolnikov cuando decide asesinar a una miserable usurera para robarle el dinero y evitar con ello que su hermana contraiga un matrimonio de conveniencia con el objeto de ayudarle a él mismo y asegurar una tranquila vejez a su madre. De acuerdo con esta tesis, tanto González como el personaje ideado por Dostoievski están imbuidos de su condición de espíritus superiores y al margen de toda consideración moral, lo que les habilita para utilizar cualquier tipo de medio con tal de hacer justicia. El señor Ramírez, entusiasmado con el pretendido paralelismo, reproduce literalmente varios párrafos de la novela, aclarando que no son suyos, aunque la sintonía con ellos es total. Hasta el punto que se imagina a sí mismo como uno de los posibles personajes de la trama. "Si yo hubiera estado allí -dice- habría hecho mías las inquietudes del juez Porfiri Petrovich (gran periodista de investigación de la mente humana) y le habría preguntado a nuestro superhombre si hay mucha gente así que tenga derecho a degollar a otros". Que Ramírez se considera un gran periodista de investigación de la mente humana es evidente, y que tiene una vieja obsesión con la figura de Felipe González, también. Y no le perdona que se haya escapado vivo de las responsabilidades que le atribuye en el caso GAL. De la misma forma en que no se lo perdona ese sector de la derecha española más reaccionaria que vio en el GAL la oportunidad de enmerdar a los socialistas en las mismas conductas que se achacaron al régimen de Franco. Por lo demás, la comparación entre el personaje real de González y el personaje inventado de Raskolnikov es traída un poco por los pelos, como la mayoría de las citas que se hacen para dotar respetabilidad intelectual a cualquier banalidad. Y es obvio que Ramírez gusta de utilizar esos recursos en sus homilías dominicales. Un colega de la tertulia del café, que es profesor de Literatura, me asegura que el meollo del artículo del director de El Mundo parece sacado de una reseña de El Diccionario Literario Bompiani, en la edición española de Montaner y Simón, sobre la obra de Fedor Dostoievski. Es posible. "Solo quien es capaz -se escribe allí- de una independencia espiritual que le coloque por encima de la mayoría y le permita disponer de la vida humana sacrificando a los ineptos y nocivos a fines más altos, es digno de grandes empresas". De acuerdo con el guión de Ramírez, los neosocialistas de González no eran demócratas cuando llegaron al poder, habían mamado el marxismo en la Universidad y con diez millones de votos detrás creyeron que eso les daba derecho a todo. Desde quedarse con un grupo empresarial hasta liquidar etarras.