La producción agroalimentaria española puede ser uno de los motores esenciales para relanzar la economía nacional y por ello es necesario mejorar la promoción de los alimentos españoles. La mayor parte de los esfuerzos en materia de producción agroalimentaria se están llevando a cabo por las comunidades autónomas y cada organismo regional acude, con su producto, al mercado nacional, de manera que se pierden posibilidades sobre todo en el ámbito del mercado exterior.

Esta situación debería mejorarse pues carece de sentido multiplicar esfuerzos individuales que se dispersan por falta de coordinación. Nuestra economía necesita de un plan estratégico nacional para la promoción de alimentos españoles que giren bajo la denominación de "Alimento de España" como marca de calidad que es preciso promocionar en el exterior. En muchas ciudades europeas es el aceite de oliva español embotellado en Italia el que triunfa en el mercado así como el jamón italiano pues el ciudadano americano medio desconoce, todavía, la calidad y sabor del jamón español; además en muchos países la dieta mediterránea no se asocia con los alimentos españoles. Esta ignorancia es en gran parte debida al desinterés que se ha tenido en la agricultura y en dar a conocer nuestros productos y si por ejemplo no hay más centros autorizados para la exportación es por que las explotaciones no han tenido información sobre el salto que supone la entrada en el mercado internacional de lo cual tiene gran culpa la deficiente política de formación para el sector porque la Administración estatal no ha mostrado interés a las materias agrarias de manera que hasta la denominación de agricultura y alimentación fue eliminada del título ministerial.

Lo cierto es que la tarea que queda para dar a conocer la calidad de los productos españoles es todavía mucha, porque, aunque no es fácil, el futuro exige abrir camino en el mercado exterior. Para ello haya que reordenar las competencias administrativas en el comercio exterior que, hasta el momento, han puesto sus prioridades en los productos industriales, tecnológicos y en las energías renovables; dejando de lado la producción agroalimentaria que, sin embargo, constituye uno de los futuros pilares de nuestra economía nacional. Lo esencial es apostar por el impulso decidido de los productos agroalimentarios españoles, tanto en el mercado nacional como en la exportación y para ello es necesaria una estrategia decidida en materia de información y coordinación entre administraciones competentes, para que el consumidor no perciba información contradictoria como ha ocurrido, en algún caso, con la Agencia de seguridad alimentaria y nutrición; respaldado todo ello por una política de control eficaz que haga más creíble la calidad y seguridad de los productos españoles.

Hasta el momento, la situación es la contraria y en muchos casos compramos productos extranjeros de calidad inferior y no logramos vender nuestros productos de calidad en los mercados exteriores por ello en muchos casos será necesario comenzar desde el principio recuperando la denominación ministerial de agricultura y alimentación, estableciendo mayores niveles de coordinación y eficiencia en los organismos competentes con objeto de promocionar, de modo eficaz, los alimentos españoles, incluyendo una mejor aplicación de los fondos europeos de promoción, pues en muchos casos su aplicación no ha tenido efectos positivos para la producción nacional o incluso algunos fondos concedidos no llegaron a gastarse, según el Tribunal de cuentas europeo, por causa de ineficacia de la Administración nacional; pero también es necesario y urgente estrechar las relaciones entre los sectores agrario y agro-industrial a fin de lograr mayor rentabilidad y conseguir que los segmentos productivos de la cadena alimentaria perciban mayor participación en los precios que se pagan en consumo. Para todo esto es importante reducir la excesiva fragmentación del sector productor, fomentado la agrupación de explotaciones todo ello adicionado con una reforma cualitativa de la administración exterior del Estado en cuyas representaciones y oficinas comerciales habría que dar mayor importancia a nuestra producción agroalimentaria porque en ella se encuentra gran parte del futuro de la economía nacional.