Ya estamos otra vez a vueltas con los plazos del AVE. El guión es más o menos el mismo de siempre. Apenas se modifica con el paso del tiempo. Lo único que cambia son los actores principales. El reparto de papeles entre los responsables políticos es forzosamente diferente según quién gane las elecciones en Galicia y en España. Ahora, con Rajoy instalado en La Moncloa, y el Partido Popular gobernando en mayoría aquí y allí, es el PSOE el que se pone en plan reivindicativo, reclamando a la Xunta de Feijóo que en el tema de la alta velocidad ferroviaria sea en adelante tan exigente con su gobierno amigo como lo fue con el de Zapatero.

Los dirigentes políticos de este país parecen no caer en la cuenta de que este falso debate, por repetitivo, resulta cansino. Aburre hasta a las ovejas. Ha acabado perdiendo el poco interés que pudo tener en su momento para el ciudadano de a pie. Tan solo una ínfima minoría de la población se toma en serio la cantinela de las fechas. A la gran mayoría se la trae al pairo. No es ya que le sea indiferente porque sólo un más o menos selecto grupo de gente será usuario habitual de este servicio, como lo demuestran los poquísimos viajeros que por ahora transporta el mal llamado AVE Santiago-Ourense-A Coruña. Lo que pasa es que no le quita el sueño que en lugar de poder viajar a Madrid en un tren rápido dentro de tres o cuatro años haya que esperar algo más, como pasó en su día con las autovías. No es ningún drama. Casi va de suyo.

Llega a ser enfermiza la obsesión por responsabilizar al oponente de que las obras del AVE no estén listas en tiempo y forma. Amén de tirar de demagogia, no hay empacho en retorcer los argumentos, si es menester. Y en todo caso, siempre se aprovecha lo endeble que en estos asuntos es la memoria de la gente del común, de modo que no nadie suele caer en la cuenta de que todos acaban cayendo en contradicción o, lo que es lo mismo, diciendo digo donde antes habían dicho diego.

Ahora bien, tampoco parece muy sana la cansina actitud de quienes se empeñan en ir buscando -incluso con lupa- las contradicciones e incoherencias entre lo que se dice en los periódicos, lo que se publica en el BOE o en informes oficiales y lo que sostienen los expertos. Es como si al que le toca ser oposición quisiera rentabilizar por anticipado el incumplimiento de plazos, en lugar a esperar al momento en que la cruda realidad se imponga y les dé la razón.

Eso sin olvidar que hay vida más allá del dichoso AVE y que en la delicada situación económica en la que estamos las grandes infraestructuras no pueden constituir una prioridad frente a la protección social, como no sea por su gran capacidad de generar empleo justamente en el sector, la construcción, donde la contracción de la actividad está haciendo auténticos estragos, también en Galicia.

El ciudadano de a pie agradecería que los partidos políticos no se enredasen una vez más en el bucle melancólico e interminable de los plazos del AVE y centraran sus esfuerzos en los auténticos y más acuciantesproblemas de este país, que, por otra parte, está habituado a llegar tarde a casi todos los elementos de la modernidad y a viajar en trenes que, cosa curiosa, acumulanprácticamente el mismo retraso cuando van despacio que cuando circulan a más de doscientos kilómetros por hora.

fernandomacias@terra.es