El Ágora de La Coruña, en menor escala, forma parte de la megalomanía que en Galicia han impregnado las grandes construcciones, Ciudad de la Cultura, terminal aérea compostelana, etc., que forman parte del urbanismo abrumador cuyas alegrías suntuarias tienen siempre como contrapartida caudaloso dinero público. Puede decirse que estas obras de fábrica parecen hechas más para grandeza de los arquitectos que al servicio de los sueños y deseos del hombre. El mantenimiento de tan colosales edificios, como es fácil deducir, supone una carga onerosa difícil de soportar para las arcas municipales, cuando debieran haber descansado en la simplicidad como punto de encuentro. En este caso para presentar de forma intensiva una oferta cultural adecuada, dirigida al rescate sociológico de una zona tan populosa como necesitada de regeneración urbanística. El Ágora configura ya un área a la que aporta códigos de identidad y por su integración en el circuito cultural de La Coruña participará de la estrategia general, con programas de actividades que incentiven la motivación ciudadana, casi siempre expresada más en términos ideales que objetivos. Nuestra ciudad, abierta a todos los saberes, es por tradición la urbe más liberal de Galicia, incompatible con limitaciones unidireccionales como se pretendió en la legislatura anterior, tarea imposible por el rechazo del espíritu coruñés que se ahíla y afina constantemente. La concejal responsable, doña Ana Fernández, mujer competente y resolutiva, ha entendido que la Cultura no es un ministerio, es libertad, y se propone hacer del Ágora un centro vivo y, en su medida, menos pesado para las cuentas municipales. Para tan ardua tarea, debe disponerse a escuchar los discursos multiusos de la oposición, cuya mayoría socialista no reconoce haberse convertido en ex altos cargos.

Otrosidigo

A punto de cumplir los 165 años de existencia, el Circo de Artesanos ve peligrar su futuro. Considerada su tribuna como el Ateneo de Galicia, su historia está unida a la de la ciudad. Sus salones fueron escenario de los grandes acontecimientos culturales de La Coruña y a la vez testigos de solemnes recepciones académicas. El derribo de su emblemático edificio supuso la pérdida de uno de los monumentos coruñeses estimados del centro de nuestra capital, junto con la Iglesia de San Andrés y el de la Caja de Ahorros Monte de Piedad, también derribado, y su entidad, como el Circo de Artesanos, en horas bajas.