Dicen los enterados que por la Moncloa soplan vientos de pasmo, que el presidente esta pasmado, que el presidente no entiende la razón por la que las soluciones tan imaginativas que firma no dan resultado. Después de tantos viernes y viernes, ya tantos, desde que llegó al gobierno, según él ya tendríamos que nadar en la abundancia y los parados tendrían que estar pluriempleados. Sarcasmo aparte, parece que sí es cierto que reina una cierta melancolía, ya propia del personaje, pero más acentuada por los fracasos que cosechan sus políticas. Hace todo lo que le piden sus mandamases de las alturas y aún no se dio cuenta de que son insaciables, que los titulares de sus taifas le hacen trampas contables, le alteran el déficit y le proporcionan una vigilancia de auditores dependientes de sus amos euroamericanos

Ya no creo que se trate de la incomprensión ciudadana, ya sabemos que los de a pie lo queremos todo y lo queremos ya. Seguramente algo nos merecemos. Le inquieta la soledad en el parlamento, le sobresalta la soberbia de los rostros conocidos en Europa y la desvergüenza con la que le tratan los mercados. A buenas horas Aznar habría consentido semejante trato sin invadir dos o tres veces la isla de Perejil o sin que el titadine embadurnara las páginas de los periódicos. Pero él es de pasta de provincias, hormiguita con sus deberes hechos para los suyos y nadie le agradece nada, es más, la calle se le calienta a pasos agigantados y el mapa ya está menos poblado de gaviotas. Los chistes más ácidos dicen que es porque los hambrientos se las comen y que los contenedores no se queman, están protegidos por piquetes de parados a los que ya se les ha acabado el subsidio y hay que buscar comida en todos los sitios. Es surrealismo puro, pero esto está a punto de reventar. Las elecciones griegas han tenido que dejarlo temblando y el resultado de las próximas me acongoja con ese milico rodeado de nazis campando a sus anchas y vociferando contra la civilización. Nuestros burguesitos ya se ven consolados por el triunfo de Hollande en Francia o por las amenazas electorales a la Merkel desde Renania del Norte-Westfalia...paparruchas, a esos dos se los meriendan sin piedad desde cualquier esquina de las bolsas de valores. Creo que al ministro Wert le ha legado la hora, es el momento de la encrucijada, o intenta pasar a la pequeña historia de la educación del país como uno mas de los que algo intentaron arreglar algo que le viene bien a su electorado o se percata de que lo que pasa en la calle, en las aulas, en los campus... Cursos como el que está acabando poco benefician a ninguno de los sectores educativos públicos. Tal cantidad de huelgas, protestas, manifestaciones deberían implicar cierta reacción que provocase un cambio en la realidad educativa, dejando de lado restricciones y recortes. Por otra parte, tampoco estaría de más que los que ven los toros desde la barrera virtual del nacionalismo ampliasen sus miras y empezasen a dar la cara por los asuntos todos y dejar de preocuparse solo de sus realidades fronterizas.