El Ayuntamiento de A Coruña ultima estos días un plan especial de reforma y protección de las áreas de Ciudad Vieja y Pescadería que pretende atajar el preocupante declive del casco histórico. Esta decadencia del centro urbano coruñés, acelerada en los últimos años por la crisis económica, tiene su mayor exponente en el estado ruinoso de centenares de edificios con gran valor patrimonial y en la desocupación de los bajos comerciales, que alcanza ya al 23% de los locales. El resultado es una creciente atmósfera de abandono que se ha apoderado del centro histórico de A Coruña, amenazando con convertir en deprimente área marginal lo que durante siglos fue la joya de la corona de la urbe.

El plan que prepara el Ayuntamiento ha contabilizado un total de 1.170 edificios de alto interés patrimonial que merecen protección en el casco antiguo, de los cuales al menos 269 se encuentran en mal estado y precisan de una importante rehabilitación. El estado ruinoso de numerosos edificios en el área antigua ha creado un creciente sentimiento de seguridad entre los residentes de la zona, que se materializó este pasado mes de agosto, cuando un incendio en uno de estos inmuebles abandonados en la calle Cordelería obligó a efectuar desalojos en la zona. En 2006, el derrumbe de otro edificio en mal estado en la calle del Orzán se saldó milagrosamente sin víctimas. La inspección técnica municipal había ordenado en vano ya en mayo la rehabilitación del edificio que ardió en Cordelería, pero esta es la situación de centenares de inmuebles en la zona antigua que no son reformados por la falta de recursos de sus propietarios y el escaso atractivo como inversión, dado el desplome del valor por alquiler o venta de edificios, viviendas y locales en la zona.

Portavoces de los sectores implicados, inmobiliario, vecinal y Patrimonio, analizan el problema hoy en las páginas de debate del periódico y coinciden en que el estado del casco histórico coruñés es lamentable y no se puede permitir que llegue a un punto de deterioro irreversible. Todos ellos concuerdan también en que esta visible decadencia del centro de la ciudad no se atajó en el momento adecuado, como hicieron en otras ciudades, antes de que comenzara la crisis, cuando no existían los problemas financieros actuales. En cualquier caso, pese a las dificultades económicas, consideran que no se puede atrasar más la actuación contra este declive y que el único instrumento posible en estos momentos es el plan de protección especial que prepara el Ayuntamiento. Empresarios, vecinos y arquitectos comprenden que en los tiempos que corren la rehabilitación del centro histórico de la ciudad no puede financiarse exclusivamente a base de ayudas públicas, pero hacen hincapié en que corresponde a la Administración marcar unas pautas políticas que posibiliten soluciones y potencien el mermado margen de actuación de los promotores privados. Más que dinero público para acometer esta rehabilitación, plantean que las administraciones, y en especial el Ayuntamiento, actuasen como puentes avalistas para facilitar la obtención de líneas de crédito que a día de hoy se encuentran cerradas para el sector.

El espacio urbano céntrico que delimitan Juana de Vega, las Atochas y la Ciudad Vieja tiene un gran potencial económico por regenerar a pesar de su notoria degradación, como el propio alcalde, Carlos Negreira, reconoció públicamente la semana pasada. Prueba de ello es la calle de San Andrés, actualmente en reformas, que antaño era todo bullicio comercial y ahora ve morir poco a poco todos sus establecimientos.

Regenerar en el casco histórico esa vida comercial que languidece y corre el riesgo de desaparecer debe ser uno de los objetivos del plan que prepara el Ayuntamiento, ya que el reverdecimiento de la actividad económica en el centro facilitará los recursos para rehabilitar la zona con su revalorización. No se puede esperar que con los tiempos que corren una actuación de este tipo corra solo a cargo de las arcas públicas, pero sí que es responsabilidad del Gobierno local marcar unas pautas que eviten que la zona más emblemática de la ciudad acabe por convertirse en un barrio marginal.