El contrato con Pemex, el mayor éxito de la Xunta de Galicia, de gran impacto socioeconómico, será uno de los postulados de Núñez Feijóo en las próximas elecciones. Para los coruñeses, el asunto no modifica la política esquiva que el gobierno autonómico viene ejerciendo hacia nuestra ciudad, reflejada en Alvedro, rutas aéreas, accesos, bilingüismo, cooficialidad, etc. Núñez Feijóo, político maniobrero y de cazurrería labriega, cuenta aquí con un colaborador arrizado a la Alcaldía que, pese a sus esfuerzos, poco le aportará. Son dos políticos low cost, porque malbaratan la credibilidad de los buenos gobernantes. En La Coruña el pesimismo, derivado de la gestión socialista, se ha convertido en certidumbre. El titular de la Xunta tiene, sin embargo, la habilidad de escamotearse a sí mismo. Trabaja bien su perfil a nivel nacional, como político cercano, moderno, defensor a ultranza del bilingüismo y, entre las piedras parroquiales, promueve sibilinamente, y de modo generoso, la inmersión, es decir, el silogismo perverso de definir el vernáculo como lengua propia para transformarla en lengua única. En Galicia disponemos de la clase política más declarativa de España. Bla, bla, bla, pero ideas imaginativas muy pocas; carece de referencias visuales. Todos pretenden desalojar al PP del poder, aunque para ello tengan que conformar un bipartito, tripartito o pentapartito, es decir, un gobierno de "progreso", de ideas sumarias, que camine hacia atrás, con socios con los que, únicamente, se puede pactar el cambio climático. Se trata de evitar que Feijóo gane, aunque sea por exclusión. La Coruña no es extremista. Aquí nadie es forastero, ni se radicaliza lo étnico, ni se desdeña lo exótico. Vuelve a la refriega electoral Unión Coruñesa y aparecerán inéditas opciones que pueden lucir como bombillas nuevas la lámpara de sol.

El alcalde de Vigo ha solicitado a la Xunta que retire la subvención a la compañía low cost Ryanair que, como se sabe, sale del bolsillo ciudadano y supone un agravio para los aeropuertos de Peinador y Alvedro. Si tenemos en consideración que, para viajar a Compostela, cada coruñés desembolsa una media de 580 euros -desde Vigo mucho más- observaremos que es urgente dotar a los aeropuertos de Vigo y de La Coruña, de mayor número de frecuencias con Madrid y Barcelona, principalmente, para atender al número de empresarios que viajan a los dos núcleos industriales, más importantes de Galicia. Para nuestro alcalde, el asunto "no toca".